1.- Estamos hablando de un restorancito pequeño, en el centro del Puerto de la Cruz, en el que trabajan dos personas. Él es el cocinero y ella, su esposa, la camarera. Los dos hacen un excelente papel; él es miembro de Eurotoques, creadores de una cocina muy nouvelle. No pueden permitirse el lujo de empleados. No les da. Tienen un hijo pequeño en el colegio y, con lo que trabajan, comen, pagan sus gastos y nada más. El restaurante lleva abierto cuarenta años. He dicho cuarenta años, regentado por varios propietarios anteriores. Y a este hombre le dio por ponerse al día en la licencia de apertura. En mala hora. Lo visitan la ingeniera y la arquitecta municipales. Y elaboran un informe. Y le comunican a esta pareja de trabajadores lo siguiente: que presente una memoria, contemplando los decretos 3484/2000 de 29 de diciembre; 202/2000 de 11 de febrero; 140/2003 de 7 de febrero; 865/2003 de 4 de julio; y 888/1988 de 29 de julio. Toma castaña.

2.- También, después de 40 años abierto: cumplimiento del artículo 3.6.21 de evacuación de humos, plano de alzado y una memoria y presupuesto de la instalación ¡del gas propano!, repito, 40 años después. No termina el calvario: servicios higiénicos exclusivos del personal (sólo son dos, él y ella), equipado con lavabo, inodoro, ducha y taquillas (será para meter los huevos del marido en una de ellas); dependencia para el depósito de útiles de limpieza, cuarto de basura en dependencia aislada, almacén para estiba de alimentos e instalación de lavamanos de acción no manual (¿qué será eso?), con agua potable, jabón líquido y todas esas obviedades. Pero lo más espectacular es un requisito sine qua non; atención, y copio: "que las uniones entre paramentos verticales y horizontales serán redondeadas". Váyanse todos a hacer puñetas.

3.- Miren, yo creí que los males del Puerto de la Cruz eran cosa del PSOE, pero ahora veo que los que están gobernando y permiten esto son una panda de imbéciles sin remedio. A una pobre gente digna, portuense, que se gana la vida haciendo bien las cosas, la abruman con reales decretos y pingas en vinagre, con trámites imposibles de cumplir y con otras cretinadas. ¿Para qué? ¿Para aburrirles y que se vayan? No me pidan que apoye más noches en blanco ni puñetas cuando a los ciudadanos que quieren salir adelante se les desprecia. Fíjense hasta qué punto llega la tomadura de pelo que el real decreto 140/2003 se refiere a la calidad del agua de consumo humano. Como si esto dependiera del cocinero y no del puto ayuntamiento de la ciudad. Probablemente este matrimonio tirará a la basura la carta municipal y se irá a Suiza a trabajar, como me iría yo para no tener que soportar a esta suerte de memos irrevocables que están arruinando el Puerto y la isla entera. Mentecatos, que son unos mentecatos.