Publicábamos ayer la noticia de que Paulino Rivero defiende ante el Rey de España la necesidad de no poner en cuestión la descentralización autonómica. El señor Rivero se reunió con Don Juan Carlos en el Palacio de la Zarzuela durante algo más de una hora. Según le expuso al Rey el presidente del Gobierno regional, las diferencias políticas entre los grandes partidos retrasan la recuperación de España, por lo que consideró muy importante que recobren en este momento de transición económica el espíritu de compromiso y generosidad que alcanzaron en la época de la transición a la democracia. Don Paulino Rivero manifestó tras su entrevista con el Rey que la crisis no se resuelve sólo cambiando el Gobierno, a la vez que destacó la importancia de respetar y no cuestionar un modelo de descentralización del Estado a favor de las autonomías que, en el caso concreto de Canarias, ha sido según él la mejor herramienta para posibilitar el desarrollo social y económico de nuestras Islas.

Esto está bien para las comunidades autónomas peninsulares -aunque algunas han optado por la vía del secesionismo, y estamos de acuerdo con tal planteamiento- pero en el caso de Canarias no nos vale. Hasta diríamos que es una comicada más de las muchas a las que nos tiene acostumbrado el déspota político que preside el Gobierno regional. La foto de Paulino Rivero con el Rey no muestra una escena de intimidad política entre ambos, propia para las confidencias, para los acuerdos de pasillo, sino la imagen de un monarca convaleciente de su última operación que permanece sentado con el presidente del Gobierno de Canarias junto a él.

Por lo demás, Don Juan Carlos desconoce la categoría intrínseca de Paulino Rivero. Un hombre ambiguo, pues a día de hoy no se sabe si es canario, si es español, si es zapaterista, si es independentista -que no lo es-, si es monárquico -que tampoco lo es- o si en el fondo no es más que un vividor de la política, al igual que la mayoría de los falsos nacionalistas de CC. Podemos decir que el señor Rivero es un enigma, aunque sí sabemos fehacientemente que es un inepto, que no es un genio, que es un incapaz, que es un mentiroso político, que es un déspota, que practica el nepotismo, que no le importa el sufrimiento ni el hambre que pasa su pueblo porque no ve las miserias cuando vuela alto en helicóptero y que es la peor desgracia política que le ha caído a Canarias.

De lo que debería haber hablado con el Rey el señor Rivero, por lo que respecta a Canarias, no es de descentralización sino de la inaplazable independencia de este Archipiélago. Otra oportunidad perdida por culpa de su ineptitud o de su cobardía; eso tampoco lo sabemos. Sí sabemos que un planteamiento de descentralización es absurdo para estas Islas, pues lo que requieren los canarios es la soberanía que les permita gobernarse por sí mismos; que nos permita a los habitantes de estas islas disponer de nuestros recursos sin que los saquee continuamente la Hacienda española, de la misma forma que lo hacían antes los galeones con las riquezas de las colonias americanas.

En esa entrevista con el Monarca debió haber puesto los clorocos sobre la mesa -aprovechando que era una mesa baja- y haberle dicho a Su Majestad que los canarios queremos la nación canaria. Otra ocasión perdida, insistimos en subrayar. ¿Realmente quiere el señor Rivero la libertad de los canarios, o ha estado engañando a todo el mundo haciéndose pasar por nacionalista? Ya sabemos que es un político torpe y déspota -acabamos de decirlo- pero cada día estamos más convencidos de que también es un traidor a los ideales que dice defender, al igual que lo son la señora Oramas y el chiquito Ríos. ¿Qué nacionalista auténtico pierde la ocasión de una entrevista con el Monarca español para plantearle que ha llegado la hora de poner fin a casi seis siglos de dominio colonial? En vez de eso, ha optado el señor Rivero, como siempre, por plantear asuntos autonómicos, cuando la autonomía de Canarias -cuántas veces lo hemos repetido- es la argucia que utiliza España para ocultar ante Europa y ante el mundo el hecho, vergonzoso y anacrónico, de que somos una vil colonia. ¿Es que todavía no se ha enterado de esto el pánfilo político que nos gobierna?