TIENEN toda la razón los tinerfeños, concretamente los laguneros residentes en Las Chumberas, que se han desplazado a Madrid para pedirle al Gobierno de Zapatero que cumpla su palabra y destine los 45 millones de euros que prometió, y no los 15 que quiere entregar ahora, para resolver los problemas de los edificios afectados por aluminosis. Dejamos a un lado que se necesita ser bastante ingenuo para creer en una promesa de Zapatero. A estas alturas Zapatero sólo es capaz de engañar a un necio político como el señor Rivero. Sin embargo, los vecinos de Las Chumberas tienen razón, insistimos, en exigir el cumplimiento de lo acordado no sólo porque cumplir con la palabra dada es el primer precepto de las personas serias, sino porque esos 45 millones de euros que el Estado colonialista español quiere dejar reducidos a 15, como decimos, ya han salido de sus bolsillos y de los bolsillos de todos los canarios; ya los han rapiñado, junto con muchísimos más, las oficinas de la Hacienda española.

Nuestro respeto para estas personas, pero en la foto publicada ayer por EL DÍA en su primera página parecen lo que realmente son: aves indígenas y exóticas en la capital del Reino. Hasta la camiseta color naranja que vestían contribuye a su extravagancia. Camiseta que no se puso la quícara Oramas, muy cariacontecida en la imagen. Esa es la consecuencia de sus amores políticos con Zapatero. Así le paga el calamitoso presidente del Gobierno español las traiciones a su pueblo. Así le recompensa el que no le haya creado un problema de Estado al pedir la independencia de Canarias en el Congreso de los Diputados. Aves exóticas, como decimos, a las que los peninsulares que pasaban por la calle contemplaban no como españoles, sino como isleños de la colonia. Lo más irónico es -también eso lo reiteramos- que no se puso la camiseta naranja la conductora del esperpento: la quícara. La que es capaz de abandonar su casa con tal de obedecer, embelesada, lo que le ordena Zapatero. ¿Qué necesidad tiene Tenerife de esta señora? ¿Para qué la necesita? ¿Para qué gasta dinero en ella? La quícara Oramas es una figura innecesaria, al igual que lo son el chiquito Ríos y como también lo fueron Perestelo, Belda en el Senado y otros. Innecesaria lo es igualmente la figura de Paulino Rivero. Y no sólo innecesaria, sino perjudicial para Canarias y los canarios. ¿Cuándo va CC a prescindir de todos ellos?

Por otra parte, no nos queda más remedio que dedicar las últimas líneas de este comentario a un chulón capicúa y mariconsón que persiste en defender a los fracasados y de paso, como es habitual en él, denigrar al editor de este periódico. Alguien podría pensar que es una suerte para cierto diario recibir el apoyo de este individuo, pero no es así; en realidad es una desgracia, un desdoro, ser apostillados por alguien que, en el colmo de su complejo de inferioridad, siente vergüenza de su condición de homosexual, pese a que muchos hombres y mujeres están orgullosos de ser gays o lesbianas. Por eso, lo repetimos un día más, existe el día del orgullo gay.

Ni una sola vez hace mención el capicúa a su naturaleza íntima en el panfleto digital que dirige. ¿Por qué esa vergüenza? ¿No deberían intervenir los organismos de igualdad y darle un topetazo de oficio? A los canarios nos jieden los jombres que son medios jembras, pero admitimos y respetamos su derecho -los tiempos han cambiado- a vivir socialmente integrados y sin sentirse estigmatizados por sus circunstancias. En tal sentido, el chulón capicúa es un individuo, lo repetimos, judicialmente perseguible. Sin embargo, no nos hacemos esperanzas. Sabemos que la Justicia es dura cuando se nos aplica a nosotros, pero muy laxa cuando es el chulón, u otros de su misma caterva, quienes insultan o denigran. Apenas 48 horas después de que el editor de EL DÍA acudiese a declarar ante una jueza, ya tenía publicadas el mariconsón parte de sus declaraciones. ¿Son ahora los juzgados simples plazas de pueblo o patio de vecinos, donde cualquiera puede oír y enterarse de cuanto se dice?

Los canarios tenemos derechos innatos a recuperar nuestra independencia por razones de historia y geografía. No obstante, incluso en el caso de que no nos asistiesen tales derechos, sólo por evitar estas bellaquerías se impone que nos constituyamos cuanto antes en una nación soberana y con Estado. Lo cual sucederá más pronto que tarde, mal que le pese al chulón capicúa y mariconsón.