Cuando no es por el lado de recortar transferencias, lo es ahora, con una insistencia devoradora, por parte del PP y PSOE poner en marcha un proceso recentralizador, de una manera drástica y contundente, cual es el recorte presupuestario, y, sobre todo, fijar el techo de endeudamiento para aquellos territorios que, dentro del Estado, no cumplan con los requisitos de la modificación realizada del artículo 135 de la Constitución.

Este recentralismo por parte del PP no es de extrañar, puesto que sus actitudes políticas han ido siempre por ese camino, y ya desde que se aprobó la Constitución actual, que salió a flote precisamente por el apoyo de los nacionalismos, a los que ahora se les quiere poco más o menos que asfixiar política y económicamente, para una vez se sientan encorsetados y poco más o menos que inoperativos, allí donde gobiernan se achiquen y se olviden de esta o aquella reivindicación territorial.

Y es que, para el PP, España sigue siendo una, no tan grande como en la época de los arcabuceros de Flandes y, por supuesto, menos libre que nunca. El posicionamiento de esta organización política no es de extrañar, además, cuando su presidente fundador, que ya abandona la política, formaba parte de aquel Gobierno franquista que firmó la sentencia a muerte del activista comunista Julián Grimau y en los sucesos en Álava, que se saldó con dos muertes, se justificó con aquello de "la calle es mía".

Son tics omnímodos centralistas que circulan por su inconsciente colectivo y que continúan dándoles rienda suelta, ahora tanto como siempre, con criterios descentralizadores y que si la solución que nos traen, si llegan al Gobierno, es recortar gastos, lo cual está bien, no es correctamente político dejar a más de uno con agua y pan, y preso de unas circunstancias que entre los que han gobernado y los que han opositado han contribuido a hacer esta maraña de la que ahora intentan escapar cargándose políticas y reivindicaciones territoriales.

Esta insistencia recentralizadora del PP no es de extrañar, porque siempre han caminado por ahí, y arribado en la política de caiga quien caiga, y entre más mejor. Pero lo que más llama la atención es la actitud del PSOE, ya que cuando Rodríguez Zapatero accede hace siete años a la Presidencia del Gobierno, hace la promesa de reformar la Constitución con vistas a cambiar el modelo de Estado, abrir el melón de las autonomías e ir hacia un Estado más federalizante, y ya como puerta de entrada de mayores y mejores posicionamientos político-administrativos para algunos territorios.

Pues de lo que se dijo a lo visto ahora no se parece en nada: el poder económico, las mentiras políticas, han propiciado que se esté ante una política de Estado disminuida, en manos de los poderes económicos, de ese mercado sin rostro y voraz que dictan a los que gobiernan la receta del momento, que es recentralizar, y en esas estamos.

Ya hemos con anterioridad mencionado que este artículo 135 puede tener una contrapartida inesperada y no deseada por los que lo han apoyado, y pudiera ser que los nacionalismos, ante este acoso desmedido, se rearmen, y aquellos que gobiernen en sus respectivos territorios pudieran estar mejor solos, sin tutelajes, con sus capacidades, y lo que se obtenga sea un fenómeno centrifugador donde el Estado quede minimizado y otros territorios maximizados. Todo es posible.