EL ANUNCIO -aparentemente impensado- de Zapatero para convocar las elecciones generales el 20-N de 2011 daría lugar, por de pronto, a algunas tesis electorales. Y no solo en cuanto a la fecha exacta, sino por lo que tantas veces argumentábamos nosotros: analizar los hechos anteriores, los coetáneos y los posteriores. Poco se puede escribir en unas cuartillas. De entrada, nuestra coincidencia, anticipadamente repetida y apuntaba en nuestra obra"España en la encrucijada. ¿Hacia una segunda transición", con quienes afirman que ha sido tardía. Pero nunca es tarde.

El día anterior, el 29 de julio, en El País -que con su editorial unos días antes dejó entrevelada la inmediata decisión del presidente- venía una fotografía de Rubalcaba, con su camiseta y con el lema "we can do it" (podemos hacerlo), tomado de Obama, el cual a su vez lo copió de aquellos documentos críticos en la Segunda Guerra Mundial, cuando Roosevelt arengaba a las mujeres que ocupaban en las fábricas los puestos que habían dejado los soldados voluntarios al conflicto. (También debió de asimilar el grito Zapatero -"lo puedo hacer"-, ya que a eso se limitó su discurso de despedida).

También el mismo día y en el mismo diario citado se daba detallada cuenta de la condena por corrupción del expresidente del Barcelona José Luis Núñez, en un asunto judicial que databa de 1999, en el que estuvieron, o están, implicados tres inspectores de Hacienda de Cataluña, que, aunque procedentes del Partido de los Trabajadores, de signo moscovita, entraron en danza con Pujol. El abogado del Estado Folchi, a quien nosotros conocíamos de la Abogacía del Estado de Tarragona, con Antonio del Pozo, que falleció, y Manuel Pizarro, es el que tenía en Suiza una cuenta millonaria para repartir entre diversos encausados. Este caso provocó, precisamente, la renuncia de Borrell y su defenestración en la candidatura como aspirante socialista a la Moncloa. Desfilaron en el juicio muchos testigos. Mientras, los nacionalistas ya han pedido "precio" a los partidos nacionales.

Días antes se había evidenciado la posición firme de los consejeros autonómicos populares sobre el rescate millonario al Estado de las aportaciones a aquel, que no se cumplieron. Desafío "formal" que llegó a que algún representante de Murcia o de Galicia lanzara el grito de la posible devolución de algunas competencias al Estado. Fuego de artificio, porque no se trataba de eliminar competencias, sino de replantear los límites, como han hecho en Alemania. Y como una sentencia del Tribunal Constitucional de igual fecha establecía como criterio general que el Estado puede marcar límites a los gastos autonómicos.

También el periódico antes citado, fundado con la mejor buena fe por Manuel Fraga, y en manos del hijo de Vicente Cebrián, sucesor de Emilio Romero en el diario Pueblo, en primera página se reproduciría a Cristo -más que desnudo-, que figuraba en el Teatro Clásico de Mérida, encarnado por el actor Etxendía. ¿El colmo de lo cristiano?

Nos queda por citar la fenomenología de los indignados en relación a Rubalcaba, quien prefirió no cumplir una resolución administrativa de la Junta Electoral Central para desalojar la Puerta del Sol. Para así abrir los "portales" de este tipo de personas, de buena o mala fe, que, con el pretexto de describir la política socialista, era adiestrar y abrir un "portillo" para ulteriores acciones. Cuando la orden de retirada se iba a cumplir, aparece en el horizonte la renuncia de Zapatero.

El tema del Faisán y la actitud de Gómez Bermúdez, magistrado presidente que se había presentado en el juicio del 14-M como velador de los derechos de las casi doscientas víctimas del terrorismo, y que se promovió por la "derecha", merecerían también un comentario más adelante. Pero una parte de los hechos anteriores y coetáneos al 30 de julio de 2011 ya están apenas esbozados. Si, como apuntamos en nuestro libro arriba citado, el 14-M fue el inicio de una segunda transición, la presentación de Rubalcaba como candidato pudiera representar, si ganara, la tercera transición. Terminaría por cumplir con los objetivos frustrados de la Segunda República. El final del Valle de los Caídos estaría cerca. Pero esto ya es otro tema que guarda relación con la fecha electoral del 20-N. En todo caso, y pese a que la decisión de Zapatero fue además obligada por distintos aspectos de la crisis económica, en grado sumo, que el candidato socialista juega y jugará usando todos los instrumentos estatales, además de sus propias tretas, que son muchas. La oposición debe preocuparse más. Y no solo confiarse en las encuestas y en las soluciones económicas voluntarias. Aviso a los navegantes.

* Premio Nacional de Literatura