LA verdad absoluta haría imposible cualquier relación social. Si dijésemos lo que realmente pensamos acerca de cualquier persona -o de cualquier asunto-, tanto en un sentido como en otro, andaríamos a la greña con todo el mundo. Hay numerosos estudios al respecto. Sería ilusorio, en consecuencia, pretender que los políticos dijesen siempre la verdad porque la política es, esencialmente, el arte de hablar en dos direcciones a la vez; de decir sí cuando todo el mundo sabe que será no, o viceversa; en definitiva, el arte de mentir. Sin embargo, al menos alguna vez no estaría de más que los políticos quebraran esa regla no escrita pero de estricto cumplimiento y dijesen la verdad. Vanas esperanzas.

Cuesta mucho pensar que exista en este país una sola persona, incluidos los militantes -y "militantas"- del PSOE capaces de apoyar cualquier acción de política económica -o de cualquier tipo- propuesta por José Luis Rodríguez Zapatero. Un conjunto muy amplio en el que incluyo al presidente del Gobierno de Canarias. Cuando el señor Rivero habla de la situación española sin que estén delante sus nuevos socios socialistas, habla de desastre. Lo sabe él, lo saben quienes oyen sus comentarios y lo sabemos algunos, aun sin haberlos oído, porque hablamos con quienes los han oído. Eso sí, adobado -o endulzado, que en este caso lo mismo da- con la coletilla de que la política no es el arte de la mentira sino el arte de lo posible y otras estupideces semejantes; diatribas que al final se resumen en un enunciado escueto: para seguir en el Gobierno había que pactar.

Había que pactar y después pagar lo que se había pactado. Y ayer el señor Rivero hizo efectiva una de las cuotas del débito. ¿De qué forma? Pues afirmando, sin que le temblara la voz ni se le sonrojara el rostro, que las elecciones generales no deberían adelantarse si Zapatero tiene voluntad y apoyos para terminar las reformas estructurales que son precisas en España. ¿Qué voluntad? ¿Qué puede hacer quien en siete años y medio no ha hecho otra cosa que hundir a este país con sus ignorancias y sus rencores? Además, ¿qué apoyos? Los de CC y los del PNV, estos últimos tal vez a cambio de que en las próximas elecciones "los violentos" ya no necesiten presentarse con las siglas de Bildu sino con las suyas propias. Eso sí, como hasta la mayor mentira requiere un barniz de seriedad para ser algo creíble, precisa el señor Rivero que sí debería producirse un adelanto electoral si la intención del presidente del Gobierno central es mirar para otro lado.

Mirar para otro lado es lo que ha estado haciendo Zapatero desde el primer día en que llegó a la Moncloa. Mirar hacia una alianza de civilizaciones -¿qué fue de eso?- para propiciar la paz mundial mientras internamente reabría las heridas de la Guerra Civil; o mirar hacia políticas de igualdad -necesarias, qué duda cabe; pero cada cosa en su justa medida- mientras en España germinaba la mayor de las desigualdades: la desaparición de una clase media que deja una sociedad desigualmente distribuida en unos pocos ricos y muchísimos pobres. Esos han sido algunos de los objetivos equívocos de las miradas ladinas de Zapatero. Eso es lo que quiere apoyar Paulino Rivero. Con tal de que sea yo presidente, que se las arregle la gente.