1.- Una pausa en la crónica de la insidia y la maldad de cada día, para regresar a los tiempos felices en La Orotava. Ha cumplido 97 años aquella mujer tan guapa y tan amable que visitaba, cada domingo, la casa de mi tía Gabriela, en la orotavense calle del Agua. Esa mansión, que fue de los Zárate, la ha comprado un médico y la está restaurando. Años felices en la finca de Caraveo, de los Echandi-Casañas, donde había frutales y agua fresca, una gente muy especial. El severo don Genaro Echandi Uriz, jefe provincial de Tráfico y teniente coronel: navarro, serio, inflexible en sus planteamientos políticos. Perseguía a los que se saltaban las normas de la circulación en su coche oficial; y los multaba. El otro día me encuentro a tres jóvenes y guapas Echandi, nietas de esa gran mujer, María Lola, que acaba de superar un ACV, a su edad. Estaban orgullosas de su abuela y se reían mucho, en La Cazuela, el restaurante que jamás pasa de moda gracias a su competentísimo propietario, Miguel de la Vega. No se les ocurra llamarlo Miki. María Lola ha superado, ¡a los 97 años!, esa grave enfermedad y se ha convertido en la más longeva de la familia.

2.- ¿Qué nos queda de Santa Cruz la nuit? Esas risas de gente joven que se reúne para celebrar cosas en los aburridos anocheceres de la capital. Y en este popurrí de deseos y voluntades, Ángeles Marrero, portuense, una socialista de las de verdad, y con un corazón más grande que ella, me da la noticia de que Salvador García, querido amigo y compañero, se va con Paco Spínola, nuevo consejero del Gobierno de Canarias, como jefe de su Gabinete. Buen tándem. Salvador fue delegado del Gobierno y jefe del Gabinete de Saavedra en Las Palmas; y ahora sigue en la brecha con Spínola, con el que ya estuvo en Madrid, cuando los tiempos felices de Jerónimo/ministro y de Spínola/subsecretario.

3.- Y ya me ven, metido otra vez, sin querer, en la crónica política, cuando no tenía que hacerlo. Prefiero hablar de las frondas de Caraveo, en el corazón del Valle, donde mi lejana familia vivió sus mejores años y donde yo también incursioné para deleite de mi niñez. Días felices en La Orotava. Años muy evocadores en Caraveo, rodeado de tanta gente buena. Como María Lola. Gente de la que ya no queda. Gente de fiar, personas que formaron a otra gente inmejorable. Se siente uno orgulloso de regresar al pasado para evocar estos tiempos mejores. Las risas de las jóvenes Echandi destilaban mucha felicidad. La que transmite su abuela. Otra joven de 97 años.