CON EL SIMPLE título de "Basura", nuestro asiduo colaborador Roger publicó recientemente en este diario un comentario crítico, bastante duro, por cierto, pero no menos acertado, sobre la emisora privada de TV Telecinco que inicia afirmando que "lo que la tal cadena está ofreciendo a la población analfabeta o escasamente letrada de España no tiene parangón". Destaca el comentarista que "aparecen chirisgabís en la pequeña pantalla calumniándose mutuamente y ofreciendo un ejemplo deplorable a la juventud. Añade Roger que ese hecho merecía normas para evitarlo pero esas normas no existen.

Dice el comentarista que Telecinco está batiendo récords de audiencia dado el nivel intelectual mediobajo de España y de Canarias, que no es excepción. En nuestras islas, afirma Roger, residen los más entusiastas hinchas de esta cadena, que ha abandonado el sentido común para abrazar un "viva el libelo", a la difamación y a la insidia. Se emplea, además, un vocabulario soez, el insulto y la violación de la intimidad. Alude el articulista a la presencia y el protagonismo de homosexuales en el programa y da la casualidad de que, en el programa de la noche del martes último, he visto intervenir a un sujeto que menciona a un supuesto "amante" y habla de su "marido" como la cosa más natural del mundo.

El comentarista menciona la necesidad de un organismo regulador de la decencia y de lo patético que resultan estas libertades mal entendidas y realmente perjudiciales para la gente joven, e incluso menos joven en cuanto afecta a la educación, incluida la escolar, que se verá gravemente afectada. Roger no ahorra adjetivos para calificar una programación realmente atentatoria contra todos los valores y termina por afirmar que se trata de una televisión que pulveriza los códigos y, en definitiva, en vez de construir, destruye.

Y aprovechando la ocasión, aunque en aspectos formativos y de realización, al margen de la decencia televisiva, me gustaría llamar la atención de los responsables de emisoras sobre la necesidad de hacer respetar el idioma y, naturalmente, la gramática por parte de los locutores y todos los profesionales de la TV que intervienen en los programas y, en especial, en los informativos. La pasada semana se informó de que había cesado en su cargo el director de Televisión Española, un exministro, ya mayor, cuyo nombre no recuerdo. Dada la tendencia barriobajera de nuestras emisoras, no sé si el cambio será para mejor, porque, como curiosidad, en el mismo espacio de ese anuncio, un locutor que leía un texto decía el "más mayor", ignorando que "mayor", es gramaticalmente, un superlativo absoluto y el adverbio "más" le sobra. Pero tropezones gramaticales de ese calibre abundan en los locutores de todas las emisoras de radio y de televisión, que tendrían que incluir en las plantillas a un profesor de gramática o a un maestro nacional. ¿Y qué pasa con la "hache" aspirada de los locutores de la "Autonómica"? ¿Van a seguir con lo de las "járeas" en lugar de "las áreas"?