Un día más tenemos que referirnos a la Justicia. A la justicia, esta vez con minúsculas porque no hablamos de la institución en sí misma, sino de la justicia que se aplica en Canarias. Se jacta el chulón capicúa de Las Palmas de que José Rodríguez, editor y director de EL DÍA, tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados de un juzgado de Las Palmas para responder a una demanda por intromisión ilegítima en su honor. El honor de un individuo para el que sólo vale su propia dignidad como persona, pero no la de los demás. A los demás, a los que no son de su cuerda ideológica, los insulta y denigra a diario en las páginas de su infame periódico digital.

Los canariones albergan en su isla, que es la tercera, la sede del Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Este organismo debería velar para que exista realmente justicia en el Archipiélago; es decir, para que jueces y magistrados cumplan su alto cometido con absoluta imparcialidad. No obstante, algunos magistrados de Las Palmas, sin duda embaucados por la resentida prensa canariona que no está siendo capaz de digerir sus fracasos en difusión, realizaron declaraciones en la primera página de uno de esos periódicos venidos a menos contra el editor de EL DÍA. Esos jueces, públicamente y con publicidad, calificaron a José Rodríguez de presunto delincuente. Y lo hicieron sin vestir la toga. Seguimos sin entender el porqué de esa arremetida, pero lo cierto es que se produjo. Son hechos pasados, aunque conviene recordarlos hoy porque esa acusación, lo repetimos, hecha públicamente y con publicidad, sin vestir la toga ni estar en una sala de juicio sus autores, motivó una queja de José Rodríguez ante el Consejo General del Poder Judicial. Un organismo que abrió expediente a esos jueces; expediente que posteriormente fue archivado. Por eso hemos recurrido al Tribunal Supremo.

A partir de entonces se ha venido cumpliendo inexorablemente la advertencia de cierto tiñoso: ni José Rodríguez ni EL DÍA ganarán un solo juicio en Canarias. No los ganamos aunque se nos insulte gravísimamente porque los jueces, suponemos que por una cuestión de corporativismo, fallan contra José Rodríguez mientras los delincuentes infragantes, porque sus insultos, injurias y calumnias están ahí publicados, quedan libres. Por supuesto, José Rodríguez tiene apelados todos estos casos y esperamos que de un momento a otro empiecen a producirse sentencias justas, porque pese a la actuación individual de algunos de sus miembros nunca hemos perdido la fe en la Justicia. Ni siquiera la hemos perdido después del infame atropello que sufrimos por una institución tan seria como es el Parlamento de Canarias.

Esto con respecto al pasado; respecto al futuro inmediato se prepara una orgía a cargo de cierto periódico digital de Las Palmas cuyo director, antiguo seminarista y con costumbres sospechosas desde entonces, dicen que colaboró con esta Casa como corresponsal en la tercera isla. Una época en la que mostraba sin tapujos actitudes subvertidas en el aspecto sexual. Dicen que posteriormente, y ocultando una homosexualidad de la que se avergüenza -lo cual es insultante para los homosexuales, pues esta tendencia sexual es hoy tan legítima y decorosa como cualquier otra y un orgullo gay- este individuo se ha enredado con una jueza. Creyéndose amparado por esta circunstancia, se ha dedicado año tras año a insultar a José Rodríguez y a denigrar a otras personas con proyección pública en Canarias. Gran parte de su inquina contra EL DÍA se debe a que hemos abierto la puerta del armario en el que se escondía como el macho que no es. Como consecuencia de estos insultos lo hemos denunciado, pero también se ha ido de rositas. Tampoco se equivocó el tiñoso en esta ocasión: José Rodríguez no ganará ni una en Canarias. Esa es la Justicia que se está practicando en estas Islas, pero que dejará de practicarse cuando seamos independientes porque entonces tendremos nuevas leyes y, por supuesto, jueces justos. No nos valen unos tribunales que, por lo visto, están más pendientes de lo que se dice en Las Palmas que de juzgar con una venda en los ojos; es decir, aplicando la ley por igual para todos.

Esta orgía tendrá su culminación el 13 de diciembre en un juzgado de Las Palmas en el que, como decíamos al principio, José Rodríguez se sentará en el banquillo sin que atiendan sus cuestiones de salud para no comparecer. El editor de EL DÍA tiene gravísimas afecciones en su corazón. No obstante, los jueces han despreciado las certificaciones médicas presentadas que aconsejan evitarle cualquier estrés que agrave sus dolencias cardíacas. Por lo demás, el chulón que insulta casi diariamente a José Rodríguez con contumacia le exige 150.000 euros de indemnización; un dinero con el que piensa pagar la hipoteca, eso va diciendo por ahí, que comparte con su novia. ¿Perderemos también este juicio, para mayor acierto del tiñoso? No lo sabemos, porque seguimos creyendo en la Justicia.

Por si fuera poco, publica el chulón capicúa y mariconsón, dicho eufemísticamente y en tono musical, en su vulgar pasquín digital que el abogado de José Rodríguez intentó llegar a un acuerdo con su letrado para que, a cambio de ciertos compromisos, retirara la demanda. Totalmente falso, ya que fue el abogado del mariconsón quien intentó, en sentido contrario, un acuerdo económico antes de que se celebrara el juicio, pues al chulón, como a cualquier individuo de su condición, lo único que quiere es sacar dinero. Qué ralea la de este embustero y subvertido personaje.

¿Perderemos también este juicio, para mayor acierto del tiñoso? No lo sabemos, porque seguimos creyendo en la Justicia.