EL GUIÑO a la izquierda del candidato Rubalcaba, llega tarde. Es una respuesta a la desesperada tras constatar que en las últimas encuestas se refleja la simpatía de un porcentaje llamativo de ciudadanos hacia algunas de las exigencias del movimiento del 15 de Mayo.

Las recientes y para muchos sorprendentes críticas del ministro del Interior a los bancos son la expresión nada improvisada de ese guiño a los "indignados". Otro tanto cabría decir de la que se supone que será una de las ideas-gancho del discurso de mañana de Pérez Rubalcaba tras ser proclamado oficialmente candidato por el Comité Federal del PSOE. Me refiero a las listas abiertas.

Rubalcaba lleva más de treinta años en la política y su trayectoria es conocida: siempre formó parte del ala socialdemócrata del partido cuando los Guerra, Borrell, etc., marcaban el territorio "gauchista" dentro del PSOE. Más que las etiquetas, en política, son los hechos los que determinan la identidad de las personas y en ese registro al candidato no se le conocen disidencias notables respecto de la línea marcada por Rodríguez Zapatero que obligó al Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso a votar en contra (de la mano del PP, por cierto) de una iniciativa de los grupos minoritarios de la Cámara que pretendía modificar la actual Ley Hipotecaria para implantar la dación de la vivienda como pago que extingue todas las deudas hipotecarias contraídas con el banco que concedió el crédito.

Votó en contra de una norma que es legal en Estados Unidos, con ésto quiero decir que no se trata de una iniciativa rescatada de las cenizas de la Historia por discípulos tardíos del príncipe Kropotkin.

Y, ¡qué decir de lo de las listas abiertas! sí quien parece dispuesto a proponer tan estupenda idea va a ser proclamado como resultado de un proceso de cooptación en el seno del sanedrín de Ferraz.

Tengo para mí que dadas sus innegables capacidades, Rubalcaba habría sido elegido tras un proceso de primarias pero al no haber sido ese el camino escogido, la candidatura, al igual que en el caso de Rajoy, el líder del PP, tiene la mácula del "dedazo". Los hechos están a la vista de todos, por eso creo que aunque es legítimo que Rubalcaba, como candidato, quiera marcar la estrategia del partido, el giro a la izquierda, el guiño a los descamisados (que diría el Alfonso Guerra de los años ochenta), llega tarde.

La gente tiene memoria y sabe dónde y con quién ha estado el PSOE en estos últimos años. Sabe que una cosa era el sermón de Rodiezmo y otra las reuniones de Zapatero en La Moncloa con Botín y compañía.