EL POPULAR barrio costero de Las Caletillas, en el municipio de Candelaria, ha empezado la presente semana con mal pie. Por un lado, una medida de última hora ha evitado apagar tres de las turbinas de gas de la central eléctrica que suministra energía a gran parte de la isla de Tenerife, entre ellas, la ciudad de Santa Cruz. El corte de energía eléctrica estaba previsto para el mes próximo por imperativo legal. Estas tres turbinas generan 92,2 megavatios, lo que dice poco o nada a las casas de familia, los establecimientos comerciales y los vecinos que van a dejar de recibir en sus casas y, se supone, en el alumbrado público, la corriente eléctrica.

La causa de la prohibición de funcionamiento de las turbinas ha sido la necesidad de reducir las emanaciones de dióxido de nitrógeno (NO2) conforme a la disposición que especifica la autorización ambiental integrada que concede la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias. La isla y, concretamente, el área de mayor consumo no puede permitir que eso ocurra. Endesa invierte para inyectar agua en dichas turbinas y reducir sus emanaciones gaseosas.

Endesa permite que siga en funcionamiento un equipamiento que la isla necesita para seguir disponiendo de la electricidad que consume, pero la misma empresa admite que las turbinas de gas deben dejar de funcionar. Sin embargo, existe una medida previa para que eso ocurra, que consiste en instalar un ciclo combinado, y esa es la decisión que está en manos de las autoridades, una gestión que Endesa debe realizar en la central eléctrica de Las Caletillas. Sin embargo, la carencia de un plan especial de Infraestructuras Energéticas, cuya elaboración es una competencia transferida por el Gobierno de Canarias al Cabildo en 2005, mantiene en la indefinición el emplazamiento definitivo de la nueva central. Pero el ayuntamiento quiere recuperar los terrenos de la actual industria y propone, para la construccion de la nueva, el polígono industrial de Güímar, lo que se precisa para instalar el ciclo combinado.

Y como las malas noticias, para Candelaria y para todo el mundo, casi nunca vienen solas, resulta que en estos días la villa mariana recibe la nueva de que el hotel Tenerife Tour, que fue el primer establecimiento hotelero que, en 1966, se edificó en el Sur de la isla, ha tenido que cerrar por problemas estructurales. El curioso y singular establecimiento, propiedad de la familia Simón Rueda, que lo administra desde 1968, ha sufrido la aparición de grietas en sus paredes que dicen que acelera un cierre que dejará en el paro a veinte empleados. Conozco de casi toda la vida y tengo un gran afecto por Manolo Simón, un trabajador incansable y un gran profesional de la hostelería que, en todos estos años, ha dado a su hotel y a Las Caletillas un extraordinario relieve. No puedo concebir Las Caletillas sin su Tenerife Tour, que es como un símbolo de aquel litoral inolvidable, donde he pasado tantos años.

Creo yo que una grieta puede taparse y que el Tenerife Tour posee su trazado y una estructura muy sólida que incrementan su belleza. Como lo conozco y lo estimo, creo que Manolo Simón no va a arrojar la toalla. Si hay que construir una pared o un muro se construye, y hasta si hay que hacer casi un nuevo edificio puede hacerse y Manolo tiene agallas para eso y hasta para construir una Torre Eiffeld parisina.

Desde aquí, mis mejores deseos y mi fervoroso apoyo, porque entiendo que el Tenerife Tour es algo de todos los que lo conocemos y hemos vivido en él. No puede desaparecer porque es parte de Las Caletillas.