SENTIMOS mucho tener que volver a hablar de nosotros mismos, pero hemos de hacerlo porque EL DÍA está con nosotros y el pueblo está con EL DÍA. Y tenemos que hablar del pueblo, pues el pueblo canario, su bienestar y su libertad es lo que más nos importa. Por otra parte, no sentimos haber dicho lo que hemos dicho del mariconsón. Un individuo que merece el desprecio de toda la sociedad canaria por lo daños morales que ha ocasionado a cuantos se relacionan con él, entre ellos una jueza con la que convive. Un personaje ridículo y acomplejado que, fruto de sentirse inferior a los demás, intenta ridiculizar a las personas decentes.

Por otra parte, se aproxima la fecha de la investidura en el Parlamento de Canarias. En otras palabras, se aproxima la fecha de una infamia. Porque sólo de infamia podemos calificar la designación de Paulino Rivero como presidente del Gobierno de Canarias. Don Paulino, por mucho que lo defienda ahora el chulón capicúa porque le ha dado una emisora de radio gracias a una decisión despótica, no ha ganado las elecciones. Las ha perdido, al igual que lo han hecho los socialistas en los que se va a apoyar para gobernar. Los mismos socialistas que ya gobiernan en el Cabildo de Tenerife, con Ricardo Melchior reducido a simple marioneta de Las Palmas, y en el Ayuntamiento de Santa Cruz, donde el alcalde Bermúdez -Menúdez, como lo llama nuestro columnista Andrés Chaves- actúa al dictado de Julio Pérez porque no le queda más remedio. Algo parecido a lo que ocurrirá en el Ayuntamiento de La Laguna ya que su actual alcalde, Fernando Clavijo, un nacionalista decente, tendrá que pactar también con el PSOE en contra de su voluntad por decisión de ese nefasto político, ese causante del hambre y la miseria del pueblo canario, llamado Paulino Rivero. ¡Qué panorama! Y el pueblo sufriendo en silencio. Ay, pero sepan estos desvergonzados políticos que el pueblo siempre castiga lo que están haciendo. Y lo hace como castiga Dios: sin piedra ni palo. Los escarmentará con el desprecio y el ostracismo al que condenará a quienes le han robado todo: su trabajo, sus ilusiones, su futuro. Muchos hasta han perdido sus casas por culpa de los malos políticos que hay en Canarias, Paulino Rivero el peor de todos.

El Parlamento de Canarias está muy denostado, y con razón, entre los isleños. Conculcó la Constitución al reprobar a EL DÍA, sus miembros se subieron los sueldos mientras arreciaba la crisis y muchos habitantes de estas Islas tenían que ponerse en las colas del hambre, despojaron de sus propiedades a unos ciudadanos que las poseían legítimamente para ampliar instalaciones en las que sus señorías pudiesen estar más cómodas y hacer la siesta y quien sabe si otras cosas, establecieron el orden alfabético en la enumeración de las Islas para que Tenerife, la más grande, importante y poblada quedase en último lugar, cambiaron el escudo oficial para que el Teide no destacase como el símbolo de nuestra tierra y consintieron que la tercera isla siguiese llamándose "gran" Canaria sin ser grande en nada salvo en ansias de notoriedad. Sin embargo, ese Parlamento tiene ahora la oportunidad de enmendar tan ignominioso pasado, pues en sus escaños se sienta savia nueva aunque son pocos los diputados que forman parte de la Cámara por primera vez. Pero los nuevos como los que repiten tienen la oportunidad, insistimos, de restaurar el honor de una institución que lo ha perdido votando, cuando llegue el momento de la investidura, no en virtud de la obediencia al partido, sino en conciencia.

Si los diputados y diputadas del Parlamento de Canarias no votan en conciencia, si siguiendo instrucciones partidistas y hasta foráneas votan por Paulino Rivero, este Archipiélago caerá en manos de un político déspota; de un tirano que, lejos de liberar a los canarios de su yugo colonial, los mantendrá uncidos a la metrópoli mientras su quícara en Madrid le sigue haciendo el juego a Zapatero. Qué vergüenza hemos pasado viendo las fotos del Congreso de los Diputados que se han publicado estos días. Lo repetimos: al margen de que sigan las investigaciones sobre las actividades económicas de sus allegados -confiamos en que pronto podamos dar noticias de las pesquisas realizadas en México-, Paulino Rivero no puede ser presidente por motivos de decencia política.

Acabamos con una suposición: suponemos que el chulón capicúa es uno de los desencantados de que Las Palmas no haya sido elegida capital cultural europea. Parece que existe sensatez por ahí fuera, ya que la capital de la tercera isla jamás ha sido una ciudad europea. Y si lo fuera, que no lo es, tampoco reúne méritos para tal distinción, pues de cultura, nada de nada. Un Gabinete literario que sólo es un cónclave de viejos, un barrio -Vegueta- que nunca será Patrimonio de la Humanidad como lo son La Laguna o el Teide, y una Casa de Colón en la que nunca se ha demostrado que estuviera el descubridor de América. No sean ustedes ridículos, señores canariones. Y en cuanto al chulón capicúa, un consejo: salga del armario de una vez, ahora que EL DÍA ha abierto la puerta para que todos vean lo que hay dentro. Salga de una vez que la homosexualidad ya no está perseguida como ocurría en tiempos del generalísimo.