Tal vez el azar, tal vez la vida misma, tal vez... Muchos tal vez pero solo una certeza: Tenerife adolece de una mala política social, y los hechos recientes lo confirman, desde el espeluznante asesinato cometido en el sur de Tenerife por un indigente hasta los ocho fallecidos -al parecer de muerte natural- en distintos rincones de nuestra isla, y la pregunta es: ¿qué está ocurriendo? Sencillo: el sistema no funciona.

Ante la tan repetida frase de estos días, por parte del IMAS, en el sentido de que los indigentes rechazan la ayuda, nos preguntamos: ¿pero es cierto que no quieren ayuda? En la actualidad se estima que un total de doscientas cincuenta personas duermen en las calles de Santa Cruz de Tenerife, y los servicios sociales del ayuntamiento se han visto desbordados e incapaces de atender adecuadamente este volumen de personas, principalmente porque el presupuesto destinado siempre ha sido insuficiente. Si bien es cierto que muchos ayuntamientos del resto de la isla no son todo lo solidarios que debieran para con esta ciudad, que se está encargando del total de los "sin techo" existentes en Tenerife, cuando es de sobra conocida la obligación legal que tienen los ayuntamientos de más de veinte mil habitantes de destinar una partida presupuestaria a prestaciones sociales.

La prevención es mágica no solo en el área tratada, sino también en la sanidad, la seguridad ciudadana, etc., pero la mayoría de las políticas sociales no están enfocadas hacia la prevención o inserción social, sino a lo asistencial. El propio Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha intentado regular esta situación a través de su ordenanza municipal -que prohíbe el ejercicio de la mendicidad en el término municipal y establece la obligación de los agentes de conducirlos al establecimiento municipal, provincial o autonómico adecuado-, pero ¿qué ocurre si estos no existen o se encuentran al límite de su capacidad? Se antoja muy desafortunada por parte de las autoridades la mencionada regulación cuando no existen medios para cumplirla ni se cuenta con un presupuesto suficiente para llevarla a cabo.

Vivimos en un país en que las leyes se hacen con imperfecciones y se moldean a golpes de sentencias.

Sergio García

José María Segovia Cabrera

Por alusión y por respeto, y como paisanos, que creo que el señor Segovia Cabrera nació en esta bella y amorosa ciudad de Santa Cruz de Tenerife, me dirijo a él para agradecer sus menciones a mi humilde persona. Tengo la impresión de que es hijo del Sr. D. José Mª Segovia, que fuese director de la Escuela de Comercio capitalina.

Yo cursé esta carrera en enseñanza libre, que no terminé, y recuerdo al que fue un ilustre personaje. También creo recordar que era un gran marino, y más de una vez me pareció verlo en el Real Club Náutico de Tenerife, en su actual ubicación. Escribir de memoria es un riesgo y no se pueden evitar los lapsus. Respecto a las clínicas, cómo podía olvidar yo la clínica del Dr. Alonso Felipe, en la confluencia entre Robayna y Costa y Grijalba, no por ser vecino en la Prolongación de Álvarez de Lugo, sino porque la noche del 24 de agosto de 1942 acompañé a mis abuelos paternos en el traslado, por la Cruz Roja, de mi padre, para ser intervenido quirúrgicamente por el Dr. Ángel Capote Rodríguez en su clínica, lugar en el que fallecería a la noche siguiente, y justo pasamos por delante de la clínica en cuestión.

Felicito al señor Segovia por su ágil pluma, y siento envidia sana de él por ser vecino de Madrid, una ciudad a la que amo con todas mis fuerzas y que conozco a fondo. Me gustaría obsequiarle con mi libro "Madrid, magia y duende", que fue presentado por mí en la capital de España el 20 de mayo de 2005. Puede llamarme al teléfono 696-738837.

Hasta que usted quiera y mucha suerte, deseando que ambos sigamos en la brecha de este tema apasionante del periodismo.

José Manuel Encinoso Mena