EL LAMENTABLE espectáculo ofrecido gratuitamente por la clase política canaria, con regateos de tapadillo, es similar al que ha iniciado en Sevilla el nuevo líder de los socialistas-obreros, Alfredo Pérez Rubalcaba, y que tendrá continuación en las restantes federaciones del país. Explicará a sus incondicionales y aduladores que está al frente de un proyecto de cambio diseñado para los comicios del año que viene, con un partido unido y fuerte que ha sabido encauzar la inundación nacional que supuso el fracaso de Zapatero en las recientes elecciones. Pero el ilustre químico guardará silencio sobre su dinamismo comprometido en numerosos casos, efectuando, además, una formidable pirueta sobre lo que fueron las primarias de las que salió elegido el desconocido leonés y sobre la actual decisión digital del presidente del Gobierno de España hacia su persona, saltando las vallas fijadas en todas las comunidades y levantando un nuevo muro casi insalvable para los veintidós mil avales que necesitaría un imprudente aspirante para la inimaginable disputa y plantarle cara a quien "sabe todo de todos" (un auténtico régimen policial).

Apenas quedan tres días para la constitución de todos los ayuntamientos y en el momento de escribir estas líneas todo está en el aire, con algunas declaraciones que no comprometen pero sí se entrometen en el funcionamiento de las organizaciones políticas, dibujando un mapa canario muy difícil de entender y que, mucho nos tememos, terminará descolorido y desnortado gracias a esas soporíferas negociaciones en busca de unos pactos que satisfagan a la mayoría, lo cual dudamos. Quienes vayan a gobernar en las instituciones deben abordar, ineludiblemente, la gravedad general por la que atraviesa nuestro Archipiélago. El único dato positivo es el referido a la bonanza turística. Las ayudas procedentes de Europa en estos últimos años, cifradas en miles de millones de euros y que únicamente han manejado unos pocos, tenían que haber servido para terminar con la pobreza creciente que se extiende por las Islas, con el medio millón de conciudadanos que francamente lo pasan mal, con la tasa de paro más alta de España, con los sueldos más bajos, con el fracaso escolar más elevado, con pensiones paupérrimas, con industrias que no crecen porque las pocas que existen desaparecen en el pozo de la crisis, con la generalizada paralización de obras que afectan a la economía insular (un perenquén obligó al desvío de las obras del Anillo Insular a su paso por Santiago del Teide)…

Y así, Europa, que nos trata como región ultraperiférica, ha enviado esos dineros... a fondo perdido (nunca mejor dicho). Los aspirantes a seguir aliviando sus ilustres posaderas en las distintas poltronas repartidas por miles de despachos yermos canarios no han explicado, en la campaña electoral, qué es lo que tienen previsto para afrontar lo que trae este oscuro y preocupante horizonte. Lo único que sabemos, y lo hemos escrito aquí mismo en infinidad de ocasiones, es que solo de turismo no se puede seguir comiendo y que la diversificación del tejido productivo es la esperanzadora salida que le queda a Canarias. Claro que, con las complicidades estatales y autonómicas con la banca (es una expresión menos dura), que continúa sin abrir el grifo a las pequeñas, medianas y grandes empresas, esto es, a todo el mundo, es imposible que nadie salga a flote y, por tanto, a pesar de las buenas intenciones que circulan por ahí nuestro Archipiélago terminará desinflándose totalmente.

Las Islas han disfrutado de una serie de ventajas económicas y fiscales desde la Conquista a través de franquicias al consumo y una menor presión fiscal con respecto al resto del territorio español. Después llegaron los Puertos Francos y, por fin, en 1972, el Régimen Económico y Fiscal de Canarias, con el que se pretendía regular las exportaciones e importaciones sin gravámenes, además de una serie de tarifas con destino a las Haciendas locales. Pero con la entrada, en 1986, de España en la Comunidad Económica Europea surgen incompatibilidades, y tras negociar un conjunto de excepciones Canarias queda con su propio REF y fuera de políticas comunes en aduanas, agricultura, pesca y el IVA. En 1997 se reconoció la necesidad de establecer medidas especiales para regiones ultraperiféricas. En 2008 se produce la modificación del Régimen con actuales incentivos fiscales contemplados en la RIC y en la ZEC. Los nuevos responsables (¿) se enfrentarán al reto que ninguno desea: la Reforma del Estatuto y la Ley Electoral. Amén.