QUIERO empezar estas líneas del domingo dando las gracias a los miles de chicharreros que respaldaron de forma mayoritaria mi candidatura a la Alcaldía de Santa Cruz, y a tantos tinerfeños que confiaron en las propuestas del Partido Popular en toda la Isla. Como dije la misma noche electoral, y a pesar del triunfo, en nuestra capital hay poco que celebrar dada la difícil situación económica que sufrimos, aunque siempre resultan reconfortantes las muestras de afecto y cariño recibidas estos días. Han transcurrido dos semanas desde la celebración de las elecciones y, a pesar de los muchos titulares que la actualidad nos regala desde entonces, mi análisis de los resultados sigue siendo el mismo.

Las urnas hablaron en Santa Cruz, y en mi opinión su mensaje fue muy claro: en primer lugar, el Partido Popular y una mujer ganamos por primera vez en la historia las elecciones en la capital, y, en segundo lugar, los ciudadanos decidieron no otorgar la mayoría absoluta a ningún partido para gobernar en solitario.

Estas dos elementales premisas condicionaron desde un primer momento mi análisis de los resultados, valoración que también conserva toda su vigencia a día de hoy. En el Ayuntamiento tendremos que ponernos todos de acuerdo para construir la nueva mayoría que Santa Cruz necesita, y sería un error excluir de ese entendimiento tanto al partido más votado como a los grupos minoritarios, representantes de un numeroso y cualificado sector de nuestra sociedad.

Los resultados electorales evidencian la voluntad de los ciudadanos de Santa Cruz por alcanzar un acuerdo entre todas las formaciones políticas para gestionar la ciudad con la eficacia y rigor que la situación exige. Los vecinos hablaron en las urnas, y las urnas dijeron que Santa Cruz quiere un cambio, que nos necesita a todos, que debemos ponernos de acuerdo de una vez por todas para no perder otros cuatro años en pleitos y disputas. La estabilidad es prioritaria para tomar las decisiones acertadas y generar el clima de confianza necesario para salir de la actual situación.

Al encabezar la lista más votada, es mi obligación y responsabilidad alcanzar un acuerdo de Gobierno, y estoy trabajando desde el primer momento para conseguirlo con la más amplia y sólida representatividad. Por eso, en cumplimiento del compromiso adquirido en la campaña electoral, al día siguiente de las elecciones hablé con los portavoces de todos los partidos, grandes y pequeños, para ofrecerles un gran acuerdo por Santa Cruz, basado en el diálogo, el consenso y la transparencia imprescindibles para afrontar los grandes retos de la ciudad.

El objetivo está claro: generar empleo con urgencia y recuperar la calidad de los servicios. Y no hay otra forma de hacerlo que poniendo a Santa Cruz por encima de nuestros propios intereses partidistas, para trabajar unidos en la búsqueda de la mejores soluciones.

Como punto de partida, he sometido a la consideración de todos los grupos políticos la aprobación de un documento marco que recoja nuestro compromiso común con la estabilidad, y el respaldo a las grandes soluciones que entre todos seamos capaces de consensuar, desarrolladas a partir de cinco propuestas fundamentales: la necesidad de hacer público el alcance de la situación financiera del Ayuntamiento, la puesta en marcha de un severo plan de austeridad, la aplicación de las medidas fiscales y administrativas de apoyo a la actividad económica de pymes y autónomos, el urgente desarrollo del planeamiento y la superación mediante el consenso, los grandes retos bloqueados en el terreno judicial.

Quedan solo seis días para alcanzar un acuerdo y, aunque pueda parecer complicado, confío en el buen criterio de todos para conseguirlo. Por mi parte, la disposición al entendimiento es absoluta, siempre y cuando hablemos de objetivos antes que de pactos y repartos. Distribuir el poder por el poder, como si el Ayuntamiento fuera un botín de guerra, es casi un acto de piratería política en el que me niego a participar.

Entiendo que puedan hacerse muchas y variadas lecturas del resultado electoral, pero ninguna de ellas incluye la posibilidad de que los chicharreros hayamos renunciado a nuestra soberanía para que otros decidan por nosotros. El futuro de Santa Cruz solo pertenece a Santa Cruz, y decidirlo de espaldas a los chicharreros es un grave error de consecuencias imprevisibles. Espero que no sea lo que finalmente ocurra, porque perderíamos la mejor oportunidad para empezar a cambiar las cosas.