A RICARDO Melchior le gustan las cosas que se apoyan en tres puntos. "Una mesa de tres patas nunca está coja", suele decirles a sus colaboradores. CC está implantada en las siete islas; con distinta fortuna en cada una, ciertamente, pero está en todas. Una circunstancia que no debe desdibujar cuál es su base; cuáles son sus tres pilares que tanto le encantan al presidente electo del Cabildo de Tenerife: la propia Corporación insular que él ha presidido y va a seguir presidiendo y los ayuntamientos de Santa Cruz y La Laguna. Perder una de esas instituciones supone el fin del entramado vernáculo que han montado algunos en estas islas para no dejar el poder nunca. Esto lo sabe Paulino Rivero, lo sabe Ana Oramas y lo sabe el propio Ricardo Melchior; los tres que se preguntan en estos momentos qué hacer con el inepto de Bermúdez; el hombre que se postuló por su cuenta y riesgo para regentar uno de esos tres soportes filosofales y ha fastidiado el invento.

Saben perfectamente en CC que si Cristina Tavío entra en el Ayuntamiento de Santa Cruz como alcaldesa no le quitan el bastón de mando hasta que ella quiera. Hubiera ocurrido lo mismo en otra época con Guillermo Guigou y luego con Ángel Llanos. Los dos ocupaban una posición privilegiada en la línea de salida para acabar con el nacionalismo municipal. Por eso Zerolo los aniquiló, para más afrenta, ayudado por el propio PP. Con Tavío lo tienen más difícil porque en Tenerife la Niña es el PP y el PP es la Niña. Oponerse a ella supone acabar de uniconcejal de la ciudadanía o volver a embotellar botellas; redundando a propósito, claro. Pero no sólo eso: tanto Cristina Tavío en la alcaldía de la capital como Antonio Alarcó presidiendo el Cabildo hubiesen supuesto una inversión térmica. Hasta ahora CC le ha suplantado al PP de Tenerife su espacio político. Si la situación se da la vuelta, es para muchos años; los suficientes para que del nacionalismo atlantista no quede ni el recuerdo. Tenemos un ejemplo en el Ayuntamiento de Las Palmas. Una ciudad destartalada hasta que llegó Soria y la convirtió en una urbe modelo. Luego, en un rapto de entusiasmo por el Terminator, le entregaron sus vecinos el mando a Jerónimo Saavedra. Les faltó tiempo para arrepentirse. El éxito electoral de Cardona lo prueba. Y lo mismo cabe decir del Cabildo de la isla redonda. El bofetón recibido por José Miguel Pérez y su ínclito Román Rodríguez es digno de los anales de las debacles.

Demasiado riesgo, en cualquier caso, para CC. Por eso le han entregado la alcaldía a Julio Pérez. Saben que el PP con la lista presentada en Santa Cruz sería temible en el caso de gobernar, pero inocuo en la oposición. Pablo Matos no va andar mucho por aquí de concejal opositor. Lo mismo cabe decir de la Niña y de los tres ediles independientes elegidos en la plancha del PP. En estos casos, cuando no se obtiene cargo y sueldo, adiós. Por el partido que luchen los afiliados. Con lo cual dentro de cuatro años lo que quede de los populares en Santa Cruz no será ni el rescoldo del partido que ahora ha ganado las elecciones y ha estado a punto de gobernar. Ya tendrá para entonces CC un candidato adecuado y no a alguien a quien en estos momentos le dan cogotazos hasta en la foto del carnet de afiliado.