EL PRÓXIMO lunes, 30 de mayo, sorteando una serie de vaivenes políticos, esta Comunidad atlántica celebrará su Día de Canarias rememorando, con el boato que las circunstancias permiten, el acontecimiento que tuvo lugar en 1983 con la constitución del primer Parlamento democrático del Archipiélago. En abril de 1984 se crearon los Premios Canarias. En la presente edición se han distinguido a la Sociedad Filarmónica de Las Palmas, Wilfredo Wildpret de la Torre y Antonio Tejera Gaspar. En mayo de 1986 se establecieron las Medallas de Oro de Canarias, que, como los galardones anteriores, son distinciones que se conceden a canarios que han trabajado por su tierra en múltiples facetas. Este acto institucional, que tendrá lugar en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, será el sobresaliente resumen de una serie de actividades que el Gobierno de Canarias ha programado para las siete islas con un conjunto de actos que abarcan desde lo deportivo hasta lo cultural. Miles de canarios vienen participando en esta serie de espectáculos a pesar del recorte presupuestario impuesto por la dichosa crisis. El lema elegido es: "Un mismo camino, un mismo sentimiento". Pero cabe preguntarse si los responsables de Cultura (habrá sido ese departamento el organizador) reflexionaron sobre la realidad establecida en estas tierras, propiciada por el indecente caciquismo que, a lo largo de seiscientos años, ha marcado y modelado la idiosincrasia de estos siete pueblos.

Porque, efectivamente, desde hace solo veintiocho años hemos comenzado a caminar con nuestros propios problemas y a buscar soluciones desde nuestra tierra. Pero nada ha sido fácil y tampoco todo se ha conseguido. Quedan todavía en la capital de las españas responsables políticos ignorantes de nuestras especiales características que impone formar parte de un territorio fragmentado. Pero, igualmente, los distintos gobiernos canarios que se han sucedido desde la Transición, incluyendo a la Junta de Canarias, que dejó bien claro que el pleito insular continuaba entre nosotros vigorosamente, han tenido importantes responsabilidades sobre la existencia de una escalera de fracasos que parece no tener fin. Es una quimera, ilusionante, sí, pero fantasía al fin y al cabo que por un mismo camino vayan todos los canarios unidos por un sentimiento. Ni siquiera allá por 1978 se descubrió una senda común donde establecer las bases del Estatuto de Canarias sin controversias. Palabras ydiscusiones, más discusiones que palabras, desembocaron en un débil proyecto sobre las sedes de las instituciones y el inconcluso sistema electoral para la formación del futuro Parlamento regional que, vergonzosamente, estará representado por los tres grupos políticos que han obstruido esa reforma que permitiría la presencia de nuevos alientos y experiencias en la Cámara Regional.

Casi nadie imaginó aquel 21 de septiembre de 1927 que la decisión del dictador Primo de Rivera dividiendo al Archipiélago canario en dos provincias no solo iba a terminar con el problema agudo de las rivalidades que siempre acompañaron a las dos sociedades, sino que, por el contrario, aquellas empeoraron hasta tales extremos que sus ecos llegan hasta hoy mismo... La situación inquietante diseñada por ilustres canariones, León y Castillo sobre todos ellos, consentida por la pasividad de no tan ilustres tinerfeños, contribuyó a un afianzamiento del régimen caciquil (de plena actualidad) que iba a ser muy bien aprovechado por la clase opresora con la utilización del analfabetismo generalizado de la población y de la tropa de funcionarios vividores que, procedentes de la Península, eligieron nuestra tierra para aposentarse, radicarse y acogotar al isleño que destacara un poco. Claro que, hay que decirlo, muchas familias peninsulares se establecieron aquí para aportar. Algunos canarios se convirtieron al godismo y otros godillos continúan ocultando su origen. Así, entre ilustres ineptos e impresentables, esta tierra sigue dividida no en dos, sino en siete diferencias. Tenerife y Gran Canaria forman un mundo aparte... alejadas entre sí. Las islas menores siguen con el fenómeno de la doble insularidad y padeciendo el olvido de los beneficios que disfrutan (?) las capitalinas.

Recordar a los que ganaron las elecciones que el horizonte sigue plomizo y tendrán que despejarlo corrigiendo las cifras de trescientos mil parados, medio millón de canarios en el umbral de la pobreza, sanidad, educación, los peores salarios, el abandono del sector primario, el plácet dado a la banca... y una ristra de datos incómodos para escuchar por un público selecto en un Día de Canarias.