EN EL ANÁLISIS de los acontecimientos sucedidos, con sus concreciones diferenciales a raíz de las elecciones, caben muchos enfoques diferentes. Este es uno:

Desde los poderes económicos en el mundo se vio con cierto desasosiego la aparición del fenómeno llamado Movimiento 15-M en una llamada "Spanish Revolution" que probablemente les pareció cercana a la producida en varios países árabes, en este caso cuestionando la estabilidad de un Reino agobiado por una feroz crisis que graba a fuego de impotencia en nuestras carnes el efecto más dañino en forma de un desempleo galopante, inaudito e insostenible, con sectores enteros del tejido productivo anterior criando malvas. Nada hay que desconcierte más al capital que la inestabilidad; el Íbex o las primas de riesgo de la deuda soberana ajustaron rápidamente el temor incrementándose los diferenciales por esta y otras razones nuevamente.

Por los antecedentes en Egipto o Túnez, por ejemplo, algunos podían prever disturbios, arrestos, palos, insumisión, desorden, etc. Las expectativas de los medios internacionales para una protesta de este tipo colocada peligrosamente en el meollo de unas importantes elecciones podían contemplar como futuribles rupturas o desestabilización. Quizás ya veían una pieza nueva que caía en el dominó capitalista. Fíjense hasta dónde, Fidel Castro escribía con ironía en su columna "Reflexiones" haciendo en plan zorrillo una similitud con la nunca consumada represión de las protestas de los indignados y con Libia en la cabeza: "¿Qué pasará en España, donde las masas protestan en las ciudades principales del país porque hasta el 40% de los jóvenes está desempleado, por citar solo una de las causas de las manifestaciones de ese combativo pueblo? ¿Es que acaso van a iniciarse los bombardeos en ese país de la OTAN?".

Pues no, listo. Primero porque ha sido exquisito y esclarecedor el comportamiento y el orden civilizado de los individuos acampados en las plazas de las ciudades más importantes del Estado. Organizados en el rechazo a cualquier violencia, han intentado a su manera hacer un ejercicio de reflexión en formatos de asambleas con tormentas de ideas que fuerzan la aceptación de su indignación en plena jornada de reflexión y votación. Segundo porque la democracia tiene en los puestos de decisión a gente medianamente inteligente que -sin dejarse llevar por determinados cazurros de la derecha peleona que pretendían la intervención policial- al menos sabe dosificar y diferenciar entre clavos, tornillos y colchonetas. Y tercero, y más importante, porque manejamos sin complejos la herramienta fundamental del voto introducido en la urna.

La gente del Movimiento 15-M busca lo que un número importante de expertos, analistas, gestores o economistas del planeta buscan también desesperadamente. Es otra salida, y las conclusiones, a mi modesto entender, no se condensan en países determinados o en los fallos o aciertos de sus dirigentes -que también, porque hay casos que claman al cielo-, sino en la dirección acentuada que sin control han tomado las fortunas y afortunados, más personas jurídicas que físicas, que navegan por encima de los Estados. En la cúpula económica que manipula los montantes se necesita un buen golpe de timón, en los paraísos fiscales, en las grandes compañías, en las multinacionales, en sus no fiscalizados rendimientos y en sus no transparentes maniobras. El detonante primigenio de la enorme grieta actual de la economía occidental la produjo la desorbitada especulación financiera llevada hasta extremos de locura. Eso, el Olimpo del dinero incontrolado, con todo lo que significa y lo que lleva aparejado, no puede salir reforzado. Hay que aplicar izquierda entre ricos y pobres, y derecha entre equiparables.

Lo que podemos hacer en casa, lo que estamos haciendo, es cambiar en democracia. Se ha emitido un sufragio masivo sin tacha alguna. Con niveles superlativos de pragmatismo se ha contemporizado la indignación y el voto en la carencia de alboroto. El nacionalismo en Canarias ha quedado como una realidad bastante por encima de la eventualidad, y la debacle socialista por sus errores de bulto es el resultado más evidenciado en la marea estatal.

El pueblo ha vuelto a sentenciar con una contundente lección de categoría, convivencia y criterio. El bolsillo y Canarias han jugado los papeles decisivos, y toca medir muy mucho las opciones. Claro que pueden pactar PP y PSOE -que, por cierto, olvidó en sus carteles la "c" de canario-; claro que pueden incumplir los compromisos con Canarias -Plan Canarias, deuda sanitaria…-; también CC puede pactar con NC o, mismo, con la ONU o la UA.

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