CIRILO Velázquez me ha prestado un libro. Sin yo pedírselo, además; lo que quiere decir que está completamente convencido de que se lo devolveré. Porque ya saben ustedes que un modo de enriquecer la propia biblioteca es quedándose, como quien no quiere la cosa, con los libros de los demás. Me pregunté, de pronto: si Cirilo es profesor de Historia en un instituto de secundaria de La Laguna, ¿por qué me presta este libro que, en lugar de hablar de Viriato, doña Berenguela, Aníbal, el Cid, Ramiro II el Monje, Chindasvinto, Teodorico y, sobre todo, del gran Fernando VII (¡qué tío el tal Fernando!), trata de diptongos, sílabas mixtas, oraciones impersonales y cosas de esas?

Creo en la buena fe de Cirilo; pero nada más leer la portada del libro recibí un disgusto. Tal publicación se titula , está editado por Larousse y se dio a conocer en 2008, señal de que se trata de una criatura muy joven. En el subtítulo hay escritas cuatro palabras: Ortografía-Gramática-Conjugación-Dudas, separadas por guioncitos, como ustedes pueden ver. Y es ese subtítulo el que me ha dejado anonadado, adjetivo que me cede Lolo. Yo hubiera escrito perplejo. No se me ocurre decir que se han equivocado los editores. No puedo hacer tal afirmación porque este espacio mío en el periódico se titula como se titula. Pero se me va la memoria a épocas muy distantes (hacia atrás, se entiende, porque no creo que haya memorias futuras), a los tiempos de la escuela pública y la Enciclopedia de Dalmáu Carles.

Se afirmaba en la enciclopedia que cito que la Gramática está dividida en cuatro partes. (Perdón: quise decir estaba). Esas partes son -eran- Analogía, Sintaxis, Prosodia y Ortografía. Entiendo que las voces Analogía y Prosodia estén un tanto anticuadas. Pero el dichoso libro de Cirilo me ha hecho pensar porque, por lo que se ve, la Ortografía y la Conjugación, ambas con mayúsculas, no pertenecen a la Gramática. Por algo la separan de la ciencia gramatical por medio de guiones, como creo haber dicho ya. Algo no me cuadra en mis cortos conocimientos.

Cuando llegué a casa traté de enterarme del porqué de esta medida. Pero fue peor el remedio que la enfermedad. En la página 302 (ya ven que no tuve que trabajar mucho) hay un recuadro en el que se lee: "La ortografía (con minúscula) es la parte de la gramática (también con minúscula) que se ocupa de la manera correcta de escribir las palabras". O sea, que los señores que redactaron el libro aceptan que la Ortografía es una parte de la Gramática, aunque en la portada aparezcan las dos palabras como peleadas entre sí y por eso se les separa con guiones.

Pero me falta aún averiguar lo de la conjugación de los verbos, esas criaturas que, a algunas personas, les resultan tan problemáticas. La verdad sea dicha, nunca tuve problemas con los verbos, ni siquiera con satisfacer, asir, mullir, erguir, yacer, discernir… Pero vamos a lo que vamos.

Estoy en la página 302, en la que se hace saber al lector que "el sistema verbal de las lenguas románicas, incluido el español, es complejo y variado" y, después de poner de manifiesto que para hablantes no españoles las dificultades de los verbos son poco menos que monstruosas, indigeribles, se dicen otras cosas que son también indigeribles, pero para mí.

La introducción del libro resulta -he de reconocerlo- sumamente interesante. Lo leo con detenimiento y elijo estas palabras: "Hay que señalar que la riqueza morfológica del verbo es un elemento fundamental de la gramática (con minúscula) (…) la riqueza formal del verbo español está relacionada con sus posibilidades gramaticales y significativas". ¿Lo ven ustedes? El verbo, su conjugación y la Ortografía forman parte de la Gramática. Diga el libro lo que quiera en su portada.

Pero cuando ya me había tranquilizado me dice Lolo: "¿No radicará el problema en eso de escribir las palabras gramática y ortografía con minúscula, mientras tú te empeñas en hacer las cosas a tu aire? No sería la primera vez que te ocurriera.

No hago caso a lo que dice Lolo porque me parece una solemne tontería. Pero pienso leer el libro de Cirilo de pe a pa. Espero tener la suerte de que cada día vaya siendo más pequeño el número de mis ignorancias. Que buena falta me hace.