QUERIDOS "militansimpatizantes" de los innumerables partidos políticos que proliferan como setas en este país: a ver si recogen en sus cabecitas lo que brevemente les digo en este corto mensaje.

Porque dase la casualidad y ocurre la circunstancia de que ustedes gritan, chillan, animan, aplauden y se alegran al ver en el pedestal al candidato/a. Y es, precisamente por esa entrega total, que al elegido/a se le separan los pies del suelo y se eleva cual dios mitológico, césar romano o faraón de Egipto. Humanos endiosados que, lógicamente, interpretan que deben permanecer alejados del bullicio para estar con sus súbditos el tiempo estrictamente necesario. ¡Pronto empiezan a aprender!

Y así ocurre -otro ejemplo les pongo- que mientras ustedes siguen en el jolgorio pidiendo el voto, repartiendo octavillas y fotos del líder, la cohorte (la ejecutiva) lo mantiene apartado de la plebe, como si de un pura sangre se tratara, para continuar la carrera en otros teatros o auditorios. (Plazas de toros pocas esta vez; se quedan vacías).

Y así ocurre y da la casualidad, querido militante, de que cuando, consumido el bocata de mortadela y ya cansado de tanto ajetreo, te dirijas a la zona privada para ver de cerca, tocar la chaqueta o rozar la falda del candidato/a -respectivamente-, el guardaespaldas despistado o la asesora despechada te espete: "¡Pero si el candidato hace ya tres horas que se marchó a comer al restaurante de cinco tenedores!".

Este mensaje dirigido a los iniciados lo alargo ahora a los mayores con este otro: "¡No se crean las encuestas!". Y, por ello, animarles a que vayan a votar a quien crean conveniente o, si les apetece, dar el voto en blanco, porque… si es con rayaduras o el clásico insulto pasa a ser nulo. Pero vayan a votar, que siempre hay tiempo para ir a misa, a la mezquita, a la playa o al campo. No hay excusa que valga; ni ante el enfado impotente siquiera.

La abstención desdice mucho de una autonomía, municipio o cabildo y no da derecho luego a la crítica. Aprovechemos, pues, el "derecho y el deber" de votar, al menos para el posterior pataleo. Es de lo poco que nos queda en esta, dicen, democracia. ¡Qué va! Lo de este país ha sido como una dictadura con nefastas legislaturas, tanto a nivel nacional como regional, en francas y turbias agonías. Más claro el agua.

¡A las urnas, coñññio!