1.- La OTAN ha matado a tres nietitos de Gadafi, puede que en el nombre de Dios, como en las antiguas cruzadas. Los pilotos de la OTAN rezan antes de hacer despegar sus aviones. Entre los países de la Alianza Atlántica está España, la España del antibelicista y de la mujer que le tiene horror a la guerra, pero es ministra de Defensa: Chacón. Qué bien, ¿no?, matar a tres niños de entre dos y cuatro añitos, tirando desde el aire obuses capaces de no discriminar entre la inocencia y la culpabilidad; bombas que se toman la justicia por su mano porque la ONU, la OTAN y toda esa cuerda de desalmados han decidido tirar también contra la población civil; ya saben, los famosos daños colaterales. ¿Quiénes son los asesinos, Gadafi, que lo es, o quienes han decidido arrasar un país? Como los buenos no se creían que el malo había perdido a sus nietos enviaron a un arzobispo a testificar que, efectivamente, la masacre se había consumado. ¿Van a seguir lanzando esas bombas, hasta que cualquier Gadafi siga vivo, tenga setenta años o tres? ¿Qué barbaridad y qué brutalidad son capaces de desarrollar los seres humanos, en nombre de la ley internacional?

2.- Mientras y Sarkozy y Chacón y los otros señores de la OTAN y de la ONU dormían tranquilamente, los pilotos de su bando volaban sobre la noche de Trípoli matando niños. Qué divertido, ¿no? Dios tiene que castigar de alguna forma a quienes lo permiten, sin responsabilidad posterior, impunemente. ¿Qué es eso, homicidio involuntario, que se les fue la mano quizá, lo hacen en nombre de ese Dios occidental que siempre quiere joder a los profetas del otro lado, cortándoles la cabeza a sus seguidores; y al revés, porque a los de la media luna hay que echarles de comer aparte también? ¿Es ésta la Alianza de Civilizaciones, quizá?

3.- Niños muertos en Libia, bajo el palio de la legalidad. Haría falta tratar sociológica y filosóficamente el terror de la ley internacional. Qué triste, ¿verdad?, que los conflictos se tengan que arreglar matando a los niños. Herodes era un aficionado, al lado de estos jetas de la OTAN, que lo hacen en masa, desde el aire y sin temor a que la historia -que escriben ellos- los ponga en la picota. Mientras Carla Bruni pasea por el bello París de Louis Vuitton y de Dior su embarazo de Sarkozy, el más entusiasta castigador de Gadafi, sus aviones matan niños inocentes lanzando desde el cielo regalos del día de la madre. Qué hermosura, qué acto de valentía, qué gozada tiene que ser para quienes aprietan el botón que abre las compuertas de los F-18. Maravillosos blancos/blancos para unos entrenados pilotos de guerra. El mundo celebra la muerte de Bin Laden, y yo también, pero a esos tres niños nadie les devolverá la vida. ¿Se puede acabar con los golfos y con los terroristas, pero sin niños muertos de por medio?