Al parecer ya estamos todos de acuerdo en que la parte de nuestros problemas actuales reside en la imposibilidad manifiesta del modelo o sistema que se nos ha impuesto (económico, fiscal, administrativo, sanitario y educativo), que no tiene la más mínima posibilidad de funcionar ni de sostenerse. Olvídense. Si esto es así, y así es, resulta que las alegrías de colocar nuestra deuda se tornarán quebrantos cuando tengamos que pagar los monstruosos intereses, sin mencionar que devolver el capital es algo ilusorio que tiende a la deuda perpetua.

Si a esto le sumamos que andamos ciertos de que a los cotizantes de la Seguridad Social, sin disminuirles las cuotas, sino al contrario, se les pretende pedir que acepten de grado menores prestaciones, copagos e interminables listas de espera y merma de atenciones y servicios, el cuadro está completado. No nos compensa pagar la Seguridad Social. Nos compensa más vivir del Estado.

¿Qué ocurre cuando los autónomos dejan de pagarlo por imposibilidad manifiesta de hacerlo, y además porque nadie les va a garantizar que lo que paguen se computará para una digna prestación y pensión en función de la cotización?

Pues ocurre que gran parte del sector autónomo se sumergirá o abandonará y se pasará al socorrido "cáncamo" para ir tirando y poder comprar comida. Esta insumisión en regla, pero legítima, ya que el destino del dinero que se recauda va a paliar muchísimas veces -las más- frugalidades y gastos corrientes, es lo que hará que dejemos de pagar los autónomos y los empresarios unas cuotas mensuales que igual daba que tirarlas a la basura. Esto hará que cuando se supere el listón del 40% que no contribuya al momio de la Seguridad Social, el Estado quebrará sin remedio, y ni gasolinas por las nubes ni ivas suecos, todos impagables, nos podrán salvar.

L. Soriano

Nadie ha generado la crisis

José Luis Rodríguez Zapatero tuvo este sábado una papeleta difícil. Escogió para su último acto de precampaña Canarias, la comunidad que encabeza la cifra de desempleo en España, justo al día siguiente de que la EPA arrojara la demoledora cifra de casi cinco millones de parados. Zapatero tuvo que admitir que la recuperación del empleo es costosa, pero intentó abrir una puerta a la esperanza y precisó: "Tenemos la responsabilidad de combatir una crisis que no generamos".

Decir esta frase por parte de Zapatero es un engaño y una irresponsabilidad más de las que nos tiene acostumbrados. La crisis no se ha realizado por generación espontánea; ha tenido muchos padres. Nadie se cree hoy día que el único causante fuera el financiero norteamericano que engañó a parte de la banca.

Una nación no puede gastar aquello que no tiene, y España lo ha estado haciendo alegremente, como si no hubiera que pagar nunca. Los gobernantes se montaban unos presupuestos a base de pedir créditos y han derrochado sin ton ni son el dinero que no era suyo, permitiéndose lujos de países ricos. El gobierno central, en lugar de vigilar y controlar el gasto, se subió al carro de la euforia y a disponer del dinero público como si las arcas del Estado estuvieran a reventar.

El problema de la vivienda es capítulo aparte, y aquí el gobierno de Aznar fue tan culpable como el de Zapatero. Cada año la subida rayaba el 20%, pero, claro, los impuestos sobre la construcción son muy generosos, y todos ponían la mano y miraban para otro lado. Pero el pobre ciudadano que compraba su primera vivienda seguía con un sueldo bajo que no recobraba ni la inflación anual, y las hipotecas, sube que te sube todos los años. Hasta que llegó lo que tenía que llegar: que la cuerda no daba para más y ya no llegaba al agua.

Sr. Zapatero, con su derroche y falta de control Vd. ha sido uno de los padres determinantes de la crisis actual. No tire balones fuera, que no nos engaña. Y lo peor de todo fue que cuando la crisis había inundado el país Vd. todavía no se había enterado.

Juan Rosales Jurado