1.- Cuenta Mariano, alcalde de El Sauzal, que doña CaridadBaute siempre sonreía. A doña Caridad le habían puesto el nombre de una Virgen, la CaridaddelCobre. Esa Virgen cubana tiene un barco en los pies; es, pues, una Virgen marinera. Cuánta satisfacción no tuvo que sentir esta mujer luchadora después de criar y de sacar adelante a sus siete hijos, junto a su esposo; uno de ellos es hoy presidente del Gobierno de Canarias: mi amigo de tantos años PaulinoRiveroBaute. Contaba su madre que mientras ella recogía lechugas en su pequeño huerto, para venderlas en los mercados, Paulino leía un libro de texto, sentado debajo de un árbol. A los 81 años, rodeada de los suyos, se ha ido al Cielo esta mujer, porque otro destino no puede tener quien fue dechado de honradez, de trabajo y de bondad. Su vida fue dura, tan dura como la de otras mujeres de una tierra difícil, incomprendida e incomprensible. Trabajó con denuedo para sacar adelante a su numerosa descendencia y a todos los vio crecer y desenvolverse en la vida. No fue una tarea fácil. La mujer de la eterna sonrisa contagiaba optimismo y serenidad. Es muy fácil regalar adjetivos en una necrológica, pero les aseguro que cuando yo escribo lo que escribo es porque tengo testimonios numerosos y fidedignos de cómo era esta heroína del trabajo y de la constancia. Y, además, sonreía.

2.- Imagino lo mal que se tendrán que sentir sus hijos y sus nietos ahora. A Samuel y a Paloma, de manera muy especial, quiero enviarles un beso muy fuerte. Y, por supuesto, a Ángela y a Paulino. Es curioso contemplar la evolución de las familias canarias y su progreso. Me parece fantástico que desde una extracción humilde como la que tuvo el presidente Rivero se pueda llegar a lo más alto, política y socialmente. Cuántas veces hemos oído lo del mago de El Sauzal. ¿Y qué? A mí me resulta muy interesante que Paulino Rivero haya adquirido con los años la capacidad suficiente para triunfar en política. Luego vendrán las discrepancias y el análisis de los éxitos y de los fracasos, pero llegar ha llegado; y para él y para su familia, sobre todo para su madre recién fallecida, ha tenido que ser una enorme satisfacción. Yo no voy a los entierros, todo el mundo lo sabe, porque me derrumbo en ellos. Me da mucha pena despedir a personas queridas y a sus familiares. Y por eso acudo a la oración y a las palabras escritas, que no se las puede llevar el viento. Van desapareciendo las personas, generación tras generación. La próxima es ya la mía. Las familias se acomodan a los nuevos tiempos, los hijos van encajando en la sociedad, se van formando y están a punto, o ya, de tomar el rumbo. Samuel es abogado de un famoso despacho de Madrid; Paloma prepara notarías. Está claro que la semilla que plantó doña Caridad Baute fructificó, y muy bien. Ella seguirá sonriendo, sin duda, porque el alma sobrevive -y sobrevuela- al dolor y a la muerte; y el alma de esta mujer buena dará algunas vueltas antes de partir definitivamente al descanso, para dejarlo todo en orden.

3.- Esta mía es una profesión difícil en la que voluntariamente -porque yo la elegí- asume uno protagonismos indebidos. La glosa de la vida y de la muerte son dos de ellos, si es que la muerte puede ser glosada, que no lo sé. Pero les aseguro que esta mujer, doña Caridad Baute, fue un ejemplo para mucha gente. Simbolizaba, lo digo una vez más, a la mujer canaria abnegada y capaz, desinteresada y trabajadora, para la que no existen ni las horas, ni los días, ni los años: sólo la familia, el trabajo y, sobre todo, el amor. No hay que escribir de ella grandes biografías; en todo caso, su exégesis nos cabe en una sereta de fuertes mimbres, de los mimbres del trabajo bien hecho. Descanse en paz. Y reiterar un fuerte abrazo a los miembros de su familia, a sus hijos, a sus nietos, de una forma muy especial a los citados que, repito, son mis amigos. Se ha ido una sonrisa, pero ella plantó otras en la tierra que le vio crecer y morir. Y las nuevas sonrisas seguirán alumbrando en estos peñascos tan complicados, tan difíciles y tan entrañables llamados Canarias.

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