1.- No sabría decir por qué está acojonado el líder de la derecha española, Mariano Rajoy. Lo vemos moviéndose lo menos posible, no alzando demasiado la voz, no asistiendo a manifestaciones públicas en las que debería estar y no dando el garrotazo final a sus enemigos políticos; todo ello demuestra miedo escénico por una parte y cobardía por otra. Rajoy tiene tantas ganas de gobernar -y tanto miedo a no hacerlo- que pagaría una fortuna para que mañana fuera marzo de 2012. La última mala noticia que le han dado se la trajo el periódico El Mundo, el pasado domingo, en forma de sondeo. El anuncio de que el inútil de Zapatero se manda a mudar le ha valido al PSOE nueve puntos en su cotización. Ya está a siete del PP. Si Rajoy continúa escondiéndose como una vieja asustada, en marzo de 2012 volverán a ganar los socialistas y este país, por consiguiente, seguirá muriéndose de asco. Aznar cometió un grave error: Rodrigo Rato era mejor candidato que Rajoy como de aquí a Lima. Ahora Aznar se tira del bigote, pero es tarde. Mi madre, que tiene 89 años y es votante del PP, me preguntó el lunes, nada más entrar yo en su casa para visitarla: "¿Tú sabes por qué Rajoy no fue a la manifestación del domingo?". "Porque está acojonado, mamá", le respondí. "Pues yo no voto por un acojonado", me respondió mi madre.

2.- La política puede ser para los prudentes, pero también es para los valientes. Suárez fue un valiente; Aznar fue un valiente. Rajoy no lo es. La derecha española está huérfana y no necesita a un pusilánime para ser dirigida. La prueba de la falta de confianza de los ciudadanos en Rajoy está en su baja valoración. Zapatero es muy torpe y un inútil, lo sabe todo el mundo. Pero no se corta un pelo. A Rajoy le falta arrojo y coraje para rematar a sus adversarios políticos. Los ha tenido a su merced y sólo los ha dejado heridos. Así no se gana uno el derecho a gobernar.

3.- La política y la autoestima de este país están tan mal que el PP llegó a distanciarse, con este líder melifluo y cobardica, casi 17 puntos del PSOE. No era difícil, teniendo a Zapatero en el poder, con toda su carga de mediocridad. Bastó la noticia de que ZP tomaba las de Villadiego para que los sociatas dieran un vuelco a los sondeos; un vuelco que no se lo creen ni ellos. Ahora disponen de datos para manejar los tiempos de las legislativas, a conveniencia. La primera medida será, digo yo, que el tal Zapatero no aparezca por los mítines. Luego, Dios -o quién sea- dirá. Mientras, Rajoy sólo las ve venir, encerrado en Génova; casi temblando. Con más miedo que siete viejas. No creo que sea la mejor forma de ganar.