COLEAN los comentarios -los hay para todos los gustos- sobre la retirada de Zapatero. Que si ha sido un gran presidente, que si ha sido nefasto, que su labor se verá en el futuro... No faltan opiniones dispares, como decimos. Para nosotros ha sido un mal presidente; un hombre que mintió negando la crisis cuando ya la teníamos encima para ganar unas elecciones con trampa. Un político que ha arruinado a España en lo económico y en lo moral. Sin embargo, como canarios, ahí nos las den todas. Mientras no seamos un Estado independiente, mientras no administremos nuestros propios recursos, nos irá mal con Zapatero, con Rajoy y con cualquiera que nos gobierne a 2.000 kilómetros de distancia sin entender nuestra idiosincrasia y, sobre todo, sin comprender que el colonialismo es insostenible, además de ignominioso, en pleno siglo XXI. En realidad Zapatero no se irá como presidente hasta las elecciones generales, que previsiblemente tocarán el próximo año. Mientras tanto seguirá haciéndole daño a España. Lo malo es la repercusión en la colonia canaria. Y peor aún lo es la apatía o condescendencia de muchos políticos canarios que lo consienten.

¿No recuerda el pueblo canario cómo fuimos poseídos por la nación española, distante más de 1.400 kilómetros y situada en otro continente que no es el nuestro? ¿Por qué han de disfrutar los peninsulares de los recursos y las riquezas de Canarias? ¿Cómo es posible que estas Islas que, aunque no vivieron muy bien en el pasado, superado el tiempo de la Santa Inquisición y de las dictaduras, sí vivieron relativamente bien? La situación ha cambiado. Ya no somos las Islas Afortunadas ni el Jardín de las Hespérides. Hoy la miseria se ha adueñado de Canarias. Miseria, don Paulino; miseria, aunque usted se desplace en helicóptero. Miseria, hambre y humillación ante la prepotencia del peninsular y, lo que es peor, de la autosuficiencia y el despotismo del godo que reside entre nosotros o del que nos sojuzga desde la Península. ¿A cuenta de qué no nos gobierna nuestra gente? Pero no gente mentirosa como los políticos actuales -bolsilleros que viven del sudor del pueblo-, sino gente nueva; gente procedente de una nueva política. Personas capaces de conseguir la libertad que nos pertenece como criaturas de Dios, pues Dios hizo libres a todas sus criaturas. Hombres y mujeres con la mente y las manos limpias, capaces de conseguir para nosotros la identidad y la dignidad que nos corresponden. En definitiva, una nueva política y unos nuevos políticos -lo repetimos- que nos proporcionen en abundancia cuanto necesitamos.

Los canarios vivimos hoy con la indignidad de ser una colonia. Es decir, vivimos de forma indigna. Por supuesto, ponemos a salvo el honor de algunas instituciones, como el Ejército español. De nuevo expresamos nuestra admiración por él, porque es un Ejército sacrificado, obediente y a la vez muy humillado por el Partido Socialista. Quizás no necesitemos un Ejército canario cuando seamos una nación soberana, y ese ahorro puede suponer una riqueza añadida para nuestro pueblo. Con la independencia tendremos dinero para comer, para vestir, para contar con una asistencia sanitaria adecuada, para viajar y, en definitiva, para vivir bien. Canario, ahora tienes la oportunidad de conseguir todo esto dándole tu apoyo al Movimiento Patriótico para que, si antes no llega la independencia, estén en el Parlamento regional los únicos que luchan pacíficamente, pero sin concesiones, por la libertad de tu tierra.

También tendremos, una vez liberados del yugo colonial, una justicia propia. Una justicia no politizada e influida por Las Palmas, que es donde está el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, que tan bien parece que están utilizando los canariones en beneficio propio. La justicia humana, que es lo más grande después de la justicia divina, ha caído en las redes de los políticos corrompidos, de los periodistos y periodistas inmorales, de los cuatro godos de la prensa -el traidor sigue haciendo de las suyas- y los que están al servicio de los godos. La Justicia actual, sin la cual todos vivimos en pendura, no es la mejor justicia que podemos tener. Por eso clamamos justicia como clamamos la libertad de Canarias, que ya tendrá una justicia cuando logre su soberanía. Confiamos en Dios para que esto sea una realidad rápida.

Aunque nos tachen de fascistas por la expresión, en Canarias ya despunta la aurora. Es decir, en Canarias empieza a amanecer. ¿Dónde se refugiarán para escapar del desprecio del pueblo los que hoy nos están traicionando, entregándonos a los verdugos de la Metrópoli? ¿Dónde irán los que están permitiendo que se lleven nuestros bienes a Madrid como se fue el oro español a Moscú?