1.- He pasado por Génova, porque mis hijas viven al lado, y he visto el trajín en esas oficinas del PP. Entran y salen rostros conocidos o que uno quiere conocer. En el PP hay clamores de victoria. Saben que tienen en la mano el triunfo final, ya no sólo en las municipales, que están chupadas, sino en las generales, que se celebrarán más pronto que a su hora. La izquierda está vencida, pero por sectaria; porque este es un país de izquierdas pero debe de ser que ya no es tan sectario, aunque en la guerra incivil de hace casi ochenta años se mataran unos y otros como perros. Los líderes de la derecha piden a gritos que, en su estertor, , pálido como un gufo, convoque a las dos Españas a las urnas para elegir un Gobierno que sepa gobernar. Pero el PSOE no se rinde. Prepara su estrategia de mes y medio, creyendo que los casos -reales o ficticios- de corrupción le van a dar un respiro. Y ya tienen los poderes preparados para ser utilizados a su antojo. Muy pronto veremos las primeras invasiones de ayuntamientos y a la Guardia Civil sacando las cajas de cartón, con la cara tapada; y las cámaras de televisión enhiestas; y a la claque sociata llamando ladrón al alcalde del PP. Una escena habitual en la España bufa. Luego nadie va a la cárcel, por falta de pruebas.

2.- No he pasado por Ferraz. Nunca me coge de camino. Pero MiguelitoBarroso, esposo de la Chacón, que es un as con la publicidad, le está organizando la campaña. Pobre Rubalcaba; y él que creyó que tenía posibilidades. Dice el periodista CarlosCarnicero que la pareja hace su promoción con medios públicos. Oiga, esto no es corrupción, sólo corruptela. El termómetro de la corrupción lo tiene el PSOE, que coloca el mercurio a su antojo y en su beneficio.

3.- La exigencia a ZP de que convoque elecciones es un clamor. ¿Dónde meteremos ahora a la vieja Bardem y a su hijo, país para viejos? ¿Qué será de tanto paniaguado socialista pegado a los gayumbos de ZP? Les quedan cuatro telediarios para buscarse empleo, antes de que la tromba electoral caiga sobre sus cabezas. Rajoy sabe que no puede tener ninguna condescendencia con este Gobierno de tortolines y ha emprendido una campaña de firmeza contra los responsables de que España -y, de camino, Canarias- vayan tan mal. A mi amigo Alarcó se le ha puesto cara de Diosa de la República. Que tenga cuidado el alcalde de un municipio canario con nombre en el santoral porque, según mis noticias, en su ayuntamiento podría entrar, más pronto que tarde, la Guardia Civil. Para buscar las cajas de cartón que hablan de un cuñado. Eso no significa que sea culpable de nada, sino que hay fiscales que sienten curiosidad. Hasta yo.