CONOCEN nuestros lectores la continua preocupación de EL DÍA y de su editor por la defensa de Tenerife frente a las pretensiones hegemónicas de la tercera isla, así como la defensa de todo el Archipiélago frente a la cerrazón española por conservarnos como una colonia a la que se expolia sin piedad; a la que se exprime como un limón sin que nadie, salvo este periódico y los partidos patrióticos, haga algo por evitar que continúen las dos injusticias a las que nos estamos refiriendo. Igualmente es conocido por quienes nos leen y nos siguen a diario que no escatimamos críticas contra los políticos tinerfeños, que contemplan impasibles la rapiña canariona, y también contra los falsos nacionalistas que, con tal de estar bien ellos, no les importa que el pueblo haga cola ante los comedores de caridad para conseguir algo que llevarse a la boca.

Pues bien: publicábamos el sábado en nuestro periódico unas declaraciones del presidente del Cabildo de Tenerife respecto a la actitud de José Manuel Soria, líder del PP canario y antes también presidente del Cabildo de Canaria. Dice Ricardo Melchior que a Soria no le importa nada Tenerife. Incluso aseguró que en una presentación tapó con una nube el mapa de Tenerife para que la principal isla del Archipiélago no destacara junto a la tercera. Aun suponiendo que tenga razón el señor Melchior, le preguntamos qué hace él por Tenerife. José Manuel Soria es un político canarión y españolista. En consecuencia, su labor es ponerse al servicio del Sanedrín y de Madrid. En cuanto a Ricardo Melchior, poco esperamos que defienda la libertad de Canarias alguien que se ha declarado descaradamente españolista. En cambio, cabría esperar que fuera el paladín de los derechos de Tenerife, salvo que también se haya declarado canarión y nosotros sigamos sin saberlo. No se olvide, señor Melchior, que usted es el presidente de la Isla y que como tal es responsable de las carencias y los ultrajes que reciben los tinerfeños.

Culpables del expolio canarión también lo son los políticos tinerfeños pusilánimes, muchos auténticamente cobardes, que ni reaccionan contra las ínfulas canarionas, ni lo hacen contra el vasallaje español como señalábamos unas líneas atrás. Cobardes porque, inmovilizados por temores que ya no tienen razón de ser, se niegan a pedir el único estatus que nos permitiría salir de la crisis y vivir como personas decentes: la condición de nación soberana con su propio Estado. Y del presidente del Cabildo de Tenerife pasamos al máximo responsable del Gobierno autonómico.

Qué fracaso más estrepitoso, qué ridículo más grande el de don Paulino Rivero pactando con un político desahuciado como Zapatero. Ahora Zapatero se marcha antes de que lo echen -aunque nos dicen que en realidad lo han echado los miembros de su propio partido- y deja al presidente canario y a sus quíqueres en Madrid compuestos y sin aguas. Porque las aguas que les vendió se las entregó en una cesta. Esas aguas no son de Zapatero, ni de España ni, desgraciadamente, tampoco de Canarias hasta que estas islas sean un estado archipielágico en vez del archipiélago de un país que está en otro continente.

Ajenos a esta realidad, siguen los quíqueres de don Paulino jugando a la política pura en Madrid y, lo que es peor, pactando con un partido fracasado. Ahora el líder de ese partido da un portazo y se marcha abandonando al presidente canario y a sus marionetas políticas de los socialistas en el Congreso de los Diputados. ¿Y ahora qué, don Paulino? ¿Dónde están las aguas canarias? ¿Dónde están los 25.000 millones que le prometió Zapatero en el Consejo de Ministros de Las Palmas? ¿A quiénes se los van a reclamar? ¿A Rubalcaba o a la señora Chacón? No sabemos cuál de los dos se reirá más de ustedes, aunque es difícil tomarles el pelo más de lo que ya lo ha hecho Zapatero. Don Paulino, ¿qué va a hacer usted con los 300.000 desempleados que hay en Canarias? ¿Qué va a hacer usted con las colas del hambre? ¿Cuál es su plan para que dejemos de ser unas islas miserables, cuando antes éramos una tierra afortunada? Se lo estamos diciendo desde hace mucho tiempo, don Paulino: pacte con Canarias y no con España. Porque mañana Canarias será un país libre y usted quedará como un tonto o será reo de traición política a su pueblo, al que ha dejado en manos de los españoles. Lamentamos tener que expresarnos en estos términos, don Paulino, pero se está equivocando usted en todos los sentidos. Deje a España que se quede en su continente y ocúpese de Canarias y de los canarios. Es una desvergüenza que políticos que se proclaman nacionalistas, como es su caso, se estén dejando dominar por una nación ajena. Y en el caso de Tenerife, lo repetimos, por una islita que es la tercera en todo, amén de la menos interesante del Archipiélago. Canaria sólo es la primera en ambición; una ambición con la que intenta tapar su complejo de inferioridad.

Algunos políticos canariones han abandonado el concepto de que somos un pueblo hermano obligado a unirse contra el invasor español. Nosotros predicaremos la hermandad y la aplicaremos al máximo, al ciento por ciento, cuando estas Islas formen la nación que llegarán a ser y muy pronto. ¿Y muy pronto por qué? Pues porque la fruta madura caerá por sí sola, aunque se puede coger de las ramas de buena forma, sin estropear la fruta ni el árbol. Entiéndasenos el símil: o la libertad nos llega por sí misma, o lo hace porque el pueblo la exige en la calle. Tal vez sea el Movimiento Patriótico Canario -el MP- quien finalmente nos libere del yugo colonial, o lo serán, si caen en la cuenta de su error y rectifican, don Paulino y sus representantes en Madrid; es decir, la quícara y el quíquere. Los tres tienen una gran oportunidad para redimirse diciéndole a Zapatero que deje, como testamento político, un calendario de conversaciones sobre la independencia de Canarias. Que ningún canario lo dude: con la disposición para nosotros de todos los recursos que hoy se lleva la Hacienda española, no sólo seríamos ricos sino riquísimos.

Don Paulino, se lo volvemos a preguntar: ¿de dónde va a sacar usted 300.000 empleos? Es lo que se pregunta la gente en la calle. También se dice en la calle que Zapatero ha sido el peor presidente de España y usted el peor de Canarias. Usted ha sido un mal político porque no ha atendido a los tinerfeños y se ha desvivido por contentar a Las Palmas y a sus instituciones y entidades. Lo único que lo puede redimir, se lo decimos una vez más, es una apuesta pública y decidida por la independencia. No lo manifestamos únicamente nosotros; también lo hace un pueblo todavía en voz baja por cierto temor a las represalias, aunque cada día más decidido a romper las cadenas de su esclavitud colonial.

Antes de concluir este editorial queremos hacer mención al interesante artículo publicado ayer en EL DÍA por Juan Jesús Ayala, presidente del PNC en Tenerife, con el título "Ceuta, Melilla, Canarias y Marruecos". "Sin dejar de lado que las Islas están en el Gran Magreb que el rey alauí pretende -señala Juan Jesús Ayala refiriéndose a Canarias-, y como la plataforma continental marina marroquí llega hasta cerca de El Hierro y en esa hay bolsas de gas e hidrocarburos, el litigio, una vez superado el conflicto Ceuta-Melilla, nos tocará a nosotros bailar al son, de momento no se sabe de quién, aunque el Gobierno de España mira más y mejor para el lado marroquí que para el canario".

Lea entre líneas a su coaligado Juan Jesús Ayala, don Paulino, y saque conclusiones. Sólo el título ya lo dice todo. ¿Por qué puñeta estamos esperando a que Marruecos se anexione Canarias, si Canarias puede ser libre porque tiene entidad propia para ser nación y, siendo nación, estaría a salvo del peligro de anexión y de la disparatada política exterior española? La independencia es lo único que puede salvarnos. Las fusiones del CCN, PNC y otras son machangadas que sólo conducen al empobrecimiento de muchos y enriquecimiento de unos pocos; de los que se dedican a sacar beneficios de la política.