EN EL EDITORIAL de este diario correspondiente al jueves pasado, se comenta, se critica y se piden soluciones al presidente del Gobierno de Canarias para el problema insólito de que muchos jóvenes que han cursado estudios en nuestros centros tienen que buscar trabajo fuera de su tierra porque aquí no lo encuentran; en este caso se encuentran, señala el artículo de fondo, los alumnos de Magisterio.

Esta enseñanza fundamental, porque es la base de todas las carreras, se ha intentado cuidar porque, durante un tiempo, fue una de las pocas ocasiones que ofrecían nuestras islas a una juventud que encontraba pocas oportunidades de estudiar una profesión. Unos días atrás traje a esta columna un tema que supuso y aún supone, pero menos, la necesidad de ciertas enseñanzas superiores en nuestras universidades, que ahora son dos y antes solo la de La Laguna. En aquella nuestra única universidad solo podía estudiarse Lenguas Clásicas, en la Facultad de Filosofía y Letras, y Ciencias Químicas, en la de Ciencias. No hubo, hasta años después, Medicina, Matemáticas, Enfermería y otras materias, que había que ir a estudiar a facultades de Cádiz (dependiente de la Universidad de Sevilla), Madrid y Barcelona, especialmente, donde podían cursarse carreras de Ingeniería en sus distintas especialidades. Luego estas facultades se han ido estableciendo en Las Palmas y en Tenerife.

Pero, durante mucho tiempo, los estudiantes podían tener acceso a las Escuelas Normales, donde se cursaban carreras de maestros. Las carreras que se enseñaban en las Escuelas Normales no eran las técnicas de las escuelas de ingeniería, naturalmente, pero constituían una profesión en la que se podía trabajar y de la que se podía vivir como el Magisterio Nacional o los centros privados de enseñanza. Y era una salida al alcance de alumnos como los de Canarias, que, como he dicho, no tenían carreras mejores para elegir en el Archipiélago. Los sucesivos gobiernos en los siglos XVIII y sucesivos cuidaban mucho la enseñanza y daban plazas, ganadas en oposiciones, a los maestros formados en las Escuelas Normales, una de las cuales, muy importante y con excelentes profesores, estaba en La Laguna y donde obtenían título, incluso, alumnos de facultades universitarias, como fue mi caso y el de muchos compañeros de las facultades de Derecho y de Ciencias, que cursamos magisterio en la Normal lagunera al tiempo que estudiábamos en la Universidad.

Pero, volviendo al tema, destaca el editorial de este diario que los titulados en magisterio, repito, tienen que buscar trabajo fuera de Canarias, porque aquí se han suspendido las oposiciones, para ocupar plazas de maestros. Y esta es una medida negativa incalificable, porque siempre ha sido una salida para la juventud de Canarias el Magisterio profesional, como ya dije, debido a la imposibilidad de acceder a otros estudios por falta de centros.

¿Es esa la causa del fracaso escolar que se aprecia en nuestra enseñanza primaria? Posiblemente sí, debido a que nuestras escuelas no tienen la atención debida por parte de esa Consejería de Educación que no sustituye a los maestros que están excedentes, o por enfermedad o por períodos vacacionales o por cualquier otra causa. Las protestas y las quejas son pan de cada día en la prensa y en todos los medios canarios de difusión. ¿Es que no hay maestros sustitutos para escuelas como las de la isla de La Palma que, recientemente, protestaron masivamente y hasta entregaron, en mano, un escrito al señor presidente del Gobierno de Canarias donde le decían que llevaban varios meses sin maestro?

Comprenderá el lector cómo sufren y padecen cientos de niños y de jóvenes que ven interrumpida su formación inexplicablemente sin que se les den soluciones; que esta no es manera de gobernar.

Si no se sienten aptos, que dimitan y den paso a otros que, ciertamente, no tienen que ser lumbreras para hacerlo mejor. Basta con un mínimo de sentido de la responsabilidad.