SERÍA fantástico poder llegar a cada una de nuestras islas simplemente con cruzar un puente. Un camino sobre el mar que nos uniera de manera diferente; que nos hiciera sentir aún más si cabe profundamente canarios. Sencillamente divino pasear sobre las aguas de ese Atlántico tan nuestro y a la vez tan distante, viendo acercarse uno a uno esos veleros nacidos de un mar de bravas olas. Chinet, timple y folías; Erbani, agua y arena; Tamarant, cielo y océano; Titerogakat, volcán de ensueños; Benahoare, verde esperanza; Gomera, miel y palmeras; Hero, eterno y marinero. Dejo volar libre en el tiempo el pensamiento que me envuelve y me atrapa con sus alas inmensas como gaviota viajera que enamora la brisa. Pongo rumbo a los sentidos, a la luz de un horizonte que me llama con su voz silenciosa de barrancos y cumbres. Me siento isleña, de una tierra que me empapa de nostalgia cuando recuerdo el recuerdo de unas islas que me dieron un acento cariñoso e inolvidable. Dime mi niña para abrir el corazón de par en par y entregarme sin porqués a las mañanas felices que anunciaban tus besos. Despierta, despierta de una vez, dulce ilusión, y arranca el grito sincero de un abrazo que una las orillas con nuestra propia historia. Islas de puentes, sentir de dragos y lava que enraizan tu nombre y coronan tus sienes. Islas de puentes, sabor a mar tienes siempre que te siento y te deseo, a pesar de estar ausente. Quiero expresarme desde lo más profundo de mi ser, desde el alma lejana y dolorida vacía de lunas llenas sí, pero repleta de suspiros caprichosos que me alegran la vida. Y ella dice: "Susurra el aire tus ansias, navega el viento tus velas, el gofio nació de ti, bendita seas, mi tierra".

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