Me remite un lector canario, residente en Alemania desde hace año y medio, un correo-e en el que dice que sigue mis artículos a través de Internet. Confiesa que ha tenido que emigrar "en busca de mejores condiciones laborales y, sobre todo, de mejores condiciones generales, pues de no ser por el clima, aquí se vive mejor". Añade que en ese país para él de acogida "no hay masificaciones de ningún tipo como se sufren desde hace tiempo en Tenerife y, por qué no decirlo también, el nivel cultural de la población en general es mucho más alto, por mucho que me duela reconocerlo". Me informa, asimismo, de que suele comprar artículos por Internet. "Cada vez que me llega un paquete me acuerdo de su artículo sobre el ciudadano alemán que quería aprovechar su estancia en Tenerife por Navidad para arreglar su bicicleta. Aquí lo cierto es que funciona todo de otra manera".

Incluye también en su misiva este isleño emigrante -qué cierto aquella reflexión, de hace tan sólo tres o cuatro años, de que no deberíamos haber tirado las pateras en las que llegaban los subsaharianos- algunas opiniones sobre Zapatero, al que compara -y compara bien- con una cigarra que canta en verano y se muere de frío apenas cambia el tiempo. "Cuando llegó al poder se dedicó a repartir lo que había -señala este canario expatriado en busca de las oportunidades que le niega su tierra- sin preocuparse de llenar la despensa para el invierno, y cuando llegó éste tuvo que empezar a pedir ayuda a los de fuera. En fin, una vergüenza de político, pero ya se sabe que cada país tiene como gobernantes a los que se merece". Y no sólo eso -agrego de mi cosecha-, sino que dentro de unos meses, cuando toque elegir a los concejales, diputados regionales y consejeros de cabildos, mucha gente volverá a votar por la opción que defiende Zapatero. Peor aún: en 2012, si al fin hay elecciones en 2012, varios millones de españoles optarán de nuevo por Zapatero o por quien lo suceda en la poltrona, habida cuenta de que a muchísimos ciudadanos de este país no les va del todo mal con el señor del talante y buen rollito. No me refiero sólo a sindicalistas liberados, funcionarios con la mesa asegurada, individuos subvencionados para filmar películas que no ve -de lo malas que son- ni la madre que los parió y otros beneficiarios directos de la catequesis del progresismo; también estoy pensando en algunos empresarios de altura -incluido algún banquero- que se están poniendo las botas; y no precisamente unas botas de plástico chino que irritan la piel, sino calzado de marca.

Quisiera, en cualquier caso, que alguien me explicase por qué no vivimos en Canarias igual de bien que en Alemania. Cierto que no tenemos la mejor industria de Europa y del mundo, pero contamos con algo que la naturaleza les ha negado siempre a los teutones; un tesoro que ya señalaba en su nota el canario emigrante: un clima excepcional. Y, como consecuencia de él, una industria turística pujante. Un sector, además, con difícil competencia, porque a poco que se agiten las masas en esos países de Dios -o de Alá-, el turista europeo huye despavorido hacia Canarias. Lo estamos viendo estos días. ¿Qué nos impide vivir como en Alemania?, insisto en preguntar. Simplemente nuestra desidia y nuestros políticos; es decir, nuestra propia estupidez por ser como somos y por haber elegido a quienes hemos elegido. Y no estoy pensando sólo en Rodríguez Zapatero.