ME COMUNICA por escrito un señor que dice ser y llamarse Pedro Castro, y al que le supongo la profesión de bombero, que lee desde hace tiempo este artículo mío cada día pese a lo cual, qué disgusto me llevo, a partir de ahora tendrá que leerlo con mayor cautela. ¿Y cuál es el motivo de que el señor Castro me retire sus favores como lector? Pues ni más ni menos, según él, la falta de fiabilidad y rigurosidad de la información que proporciono en mis comentarios. Un asunto que entiendo y en el que, miren por donde, hasta le doy la razón. Hace tiempo que aprendí, por supuesto sin necesidad de que me lo enseñara alguien en particular, que cada cual cuenta la feria según le ha ido. La otra noche me llamó un amigo, muy enfadado él, para decirme que no volvería a ver cierto programa de televisión. Una confesión que me extrañó bastante, pues hasta ese momento me lo había recomendado insistentemente. Una simple pregunta al respecto me permitió descubrir que no estaba de acuerdo con cierta postura del presentador y contertulios ante una reciente ley del Gobierno central.

Las objeciones de Pedro Castro, publicadas el jueves por este periódico, a un artículo mío sobre los bomberos de Tenerife puedo rebatirlas punto por punto. No obstante, en ese ánimo de informar que tanto -y con tanto acierto- me reclama el interesado, prefiero transcribir íntegramente una carta recibida por correo-e tras la publicación del artículo que no le gustó al señor Castro y a varios de sus compañeros, de alguien que también asegura ser bombero. Un extremo este último que desconozco, aunque en cualquier caso el texto me parece bastante interesante.

"Soy un bombero profesional con unos años de servicio, y cuando digo profesional me refiero a esos que se sienten servidores públicos y son amantes de su profesión, que por cierto, creo que quedamos poquitos ya", me dice al comienzo de su misiva. "Me alegra por fin leer un comentario coherente y acorde a la realidad de la situación actual del Consorcio de Bomberos de Tenerife, que es similar al resto de servicios de bomberos del país. Y coincido con usted totalmente en que quienes han originado ésta y otras situaciones anteriores son nuestros políticos, temerosos por la pérdida de votos ante la proximidad de las elecciones. Aquí pasa como con los controladores aéreos, no contratamos a más trabajadores porque cada vez que nos montan una huelga tenemos la solución perfecta, pagarles más horas extras a los que están y solucionado el conflicto; no le extrañe que un día de estos hagan lo mismo que ellos, o sea, ponerse enfermos al unísono si no se les da lo que piden, pues hay auténticos especialistas en eso de darles dolorcitos de espalda en los momentos más inoportunos. Lo que no hay derecho es que los ciudadanos estén pagando las reparaciones que derivan de acciones vandálicas de personajes que se dicen funcionarios, a los que se supone servidores públicos y protectores de los bienes; comentarle que hace un par de días en el parque de bomberos de La Orotava se destrozó el segundo camión de los dos que tienen para atender los incendios en viviendas, conducido curiosamente por un miembro del comité de huelga, tras un extraño accidente sacándolo de la cochera para ponerlo fuera y revisarlo, chocando de frente contra el muro por una pérdida de frenos que al parecer no fue tal, porque lo revisaron acto seguido y frenaba correctamente; ahora dirán que hay inseguridad, seguramente. Todo esto ocurre porque cuando se pierde el respeto a la profesión y a los demás, y porque los políticos dejan en manos de algunos sindicalistas preocupados por ellos mismos el control de la organización; no siendo extraño leer en las pintadas que piden la dimisión del oficial, un funcionario como ellos, que me consta es una persona trabajadora y responsable, a quien intentan culpar de una decisión que hasta el más tonto sabe que no depende de él, como es la bajada de mínimos; si bien es evidente que la intención es poner en su lugar a uno del sindicato para controlar todo el servicio definitivamente. Así que esta es la situación y el futuro que nos espera, de ahí que me haya alegrado al leer su artículo, porque ya iba siendo hora de que alguien escribiese la verdad. Le pido disculpas por no identificarme completamente, ya que conociendo la segura reacción de algunos de mis compañeros, coincidirá conmigo en que lo primero es velar por mi integridad física". Firma como un bombero que se siente al servicio del ciudadano.

He hablado personalmente con el señor bombero que conducía el camión accidentado y me asegura que al vehículo, efectivamente, le fallaron los frenos. Una explicación que personalmente doy por buena, aunque no soy yo, sino el instructor del expediente abierto tras el incidente (expediente de momento secreto) quien debe establecer lo que ocurrió en realidad. Lo único que me preocupa es que alguien se sienta a su vez preocupado por su seguridad personal dentro de un grupo de funcionarios. Siempre que haya motivo para tal preocupación, naturalmente, y los temores no provengan de una paranoia personal.

En cualquier caso, tras hablar con un par de bomberos, he llegado a la conclusión de que la razón no está de un solo lado. Al margen de que a los profesionales no les gusta la existencia de los voluntarios -a mí tampoco me gustan ciertos voluntariados que terminan por ser muy voluntariosos, pero nada más-, algunas de sus reivindicaciones merecen atención. Que también hagan examen de conciencia los responsables del Consorcio de Bomberos. No lo digo por congraciarme con nadie, sino porque en justicia pienso que es así. Y acabo.

Me ruega el señor Castro una rectificación. Donde el otro día escribí 500 horas mensuales debí haber escrito 500 euros mensuales. Lapsus subsanado. Aunque ambas palabras se parecen, no es lo mismo un euro que una hora. Por lo demás, don Pedro, don Charles y don Ricardo: a todos, y no sólo a los bomberos, nos descuentan mucho dinero cada mes de los que ganamos.

rpeyt@yahoo.es