No tengo la menor duda de que un título como este les obligará a pensar que se ha producido en mi personalidad un bandazo ordenacista, y que tal vez pretendo tratar de organizar la vida de todo bicho viviente, y no es cierto.

Como resulta lógico, las funciones, o si les parece los servicios a realizar por las fuerzas del orden, están debidamente especificados para que no se produzca superposición de actuaciones, con los correspondientes roces y situaciones desagradables; y teniendo en cuenta que el tema del tráfico en las carreteras corresponde a la Guardia Civil, tenemos que circunscribir la competencia de las policías locales al interior de los municipios, y yo la reduciré aún más, al tratar de referirme en concreto a Santa Cruz de Tenerife.

Tienen las gentes la obsesión de que la Policía Local solamente sirve para sancionar, o dicho tal como les gusta, para recaudar, para multar.

Sinceramente, yo ignoro si existe algún decálogo o manual que compendie las obligaciones de los agentes, pero debo suponer que cuando se les contrata y se les incorpora a plantilla, serán formados suficientemente, habilitándolos para el cabal desempeño de su trabajo.

Se repite con insistencia machacona que "la ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento", pero sería muy de lamentar que esas tinieblas, ese desconocimiento lo padeciesen aquellos que están comisionados para hacer que estas normas se cumplan; lo otro sería un completo despropósito. Y me pongo pelma, pesado, repitiendo esta situación, sencillamente porque en un sinfín de oportunidades da la sensación de que algo así sucede, o bien sufren considerables despistes que hacen pensar que alguna cosa falla, aparte de la vista.

El pasado día de San Silvestre, fin de mes y fin de año, una de esas efemérides conmemoración de un hecho notable en su aniversario, con sabor a uvas enteras y debidamente exprimidas y fermentadas, cuando aún faltaban más de doscientos minutos para las doce campanadas, las calles Galcerán y Méndez Núñez fueron testigos mudos de una "pega", una carrera entre dos coches menudos, posiblemente pilotados por dos descerebrados, tal vez con el sano deseo de llegar pronto a casa, al calor del hogar y a los olorcillos que escapan de la cocina.

Debo suponer que en días de similares características se nombrarán servicios especiales, y que incluso las esposas de los vigilantes los acompañan en el cuartelillo, pero ello no es obstáculo para que se monten algunas actuaciones rutinarias en sitios estratégicos.

Un día de trabajo difícilmente se puede cruzar a una velocidad que supere en dos veces o más la autorizada para la capital, por la plaza de Weyler; no así en una fecha como la mencionada, con las calles vacías de coches, pero no desiertas de peatones. Y también un domingo cualquiera por la mañana, a las diez o antes, cuando solamente te topas en la calle con despistados como tú, que han salido a por el pan o a por la prensa.

No lo tengo muy seguro, pero creo que fue Pitágoras el que además del teorema de los catetos tuvo la feliz ocurrencia de decir que "educando a los niños, se evita tener que castigar a los hombres".

Esto servirá sin duda para las generaciones que aún están en edad de ser educadas, para los padres, los abuelos o los tíos segundos de estos críos. Esta receta llega algo tarde, y habrá que arbitrar medidas coercitivas que amansen a las fieras. Sin ir más lejos, y cuidado que lo está, en muchas ciudades australianas te colocan una receta del equivalente a nuestros cincuenta euros si te pillan tirando al suelo un simple papel o una cajetilla vacía de cigarrillos, sin tener en cuenta que hay países del Oriente asiático donde por arrojar un chicle a la vía pública puedes ser condenado a galeras, o poco menos. No creo que haya que exagerar, pero va siendo hora de que dejemos de ver cómo cualquier andóval o cualquier macarra, sin la menor educación, escupe en la calle, y encima tiene la poca vergüenza de entre dientes decir más chulo que un ocho: "Échale trigo".

José Luis Martín Meyerhans

Los precios del taxi en Navidad

En la Nochebuena, y en la noche de final del año, se incentiva al profesional del taxi en Santa Cruz de Tenerife con una bajada de bandera especial de 5 euros, desde las 22 PM hasta las 08 AM. Este suplemento es de 2,35 euros, siendo aplicable únicamente a un trayecto urbano.

El funcionamiento oficial de la tarifa número 1, que es la tarifa urbana, nos indica que el primer salto en el taxímetro se activa cuando se superan los 4 minutos o 1.019 metros. En esos días 24 y 25 de los dos últimos años no solamente no "saltaba" el taxímetro al sobrepasar los 1.019 metros: se llegó hasta alcanzar los 5.600 metros lineales y tenían que transcurrir más de 21 minutos. Estas grandes diferencias, contabilizando unos 33 servicios por día trabajado, significa que, debido a esta anomalía, dejó de percibir cada profesional 150 euros por día, a un media en pérdidas de 4,50 euros en cada servicio, al retrasarse la activación en el taxímetro, con un exceso de más de 4.581 metros y 17 minutos, y añadiendo que con estos parámetros se eliminaba el suplemento navideño.

Estas aclaraciones indican que se han alterado los datos oficiales. Al crearse erróneamente la programación de Navidad, para el profesional de este sector económicamente fue muy perjudicial. El programa no se corresponde a lo que se indica en la "tablilla" oficial del ayuntamiento con los 1.019 metros, ni tampoco se iguala con los parámetros del temporizador del taxímetro verificado por la ITV. Con esta chapuza y errata en la programación se ha dado lugar a que en la práctica de este servicio público se haya dejado en esos días navideños una muy mala imagen. A una gran cantidad de usuarios les llegó a parecer un robo y una estafa, bajándose de los taxis con insultos y portazos, ya que algunos profesionales a un trayecto urbano con la tarifa 1 le añadían a continuación un tarifa 3 interurbana; y en los trayectos interurbanos se le pulsaba una tarifa 1 y la tarifa 3 con otros suplementos u otros precios abusivos. Ejemplo: de Santa Cruz a La Laguna se les cobraba más de 30 euros.

El mando de la Policía Local de Santa Cruz, que estaba de servicio el día 24 de diciembre en el año 2009, me hizo saber que la normativa indica que hay que llegar a un acuerdo en el precio con el pasajero cuando el taxímetro no funcionara correctamente. Y según la explicación del Sr. Marcial, que era el representante del sector del taxi en el día 26 de ese mismo año 2009, este programa se acordó debido a las quejas de muchos consumidores, y la idea fue para que en su diseño se lograse un coste igual al de un servicio con un trayecto urbano de un día normal, y se activase cuando el recorrido efectuado alcanzara esta misma cantidad mínima de 5 euros. Pero cuando vio mi recibo con 5.600 metros, comprobó este error al reprogramar el taxímetro de su propio taxi con estas mismas fechas, diciendo que ya no había tiempo para realizar una rectificación para el 31-12-2009, y este mismo error se ha vuelto a repetir en 2010.

Si en una Nochebuena el taxi es el único medio de transporte público en servicio trabajando, no se merecen verse timados ni el taxista ni el usuario. No se debe volver a repetir esta situación para este año 2011.

La solución es dejar la bajada de la bandera igual que la de cualquier otro día, e incluir un suplemento de 2,35 euros. Para evitar las tentaciones y los "errores de los pianistas" y de otros en un futuro, es necesario dotar a todos los taxímetros con una impresora, para que en Navidad, y en cualquier otro día del año, se puedan verificar las tarifas aplicadas, e incluso con fecha y hora de inicio, tiempo invertido, kilometraje y con los suplementos que se le han aplicado. El profesional honrado no solamente tiene que serlo, sino que tiene que dejar claro que no oculta nada en su profesión. Un recibo impreso y detallado se lo merece el consumidor. Nuestra honradez crea la fidelidad y la confianza de nuestros pasajeros.

Antonio García Luis

Dos fenómenos

Gas Natural Fenosa ha desvelado la contratación de Felipe González como asesor externo con un sueldo base de 130.000 euros anuales más complementos por asistencia a consejos. Sus relaciones personales en Latinoamérica y el mundo árabe son importantes. Su amistad personal con el magnate de las comunicaciones Carlos Slim, de Méjico, es ampliamente conocida. Gas Natural Fenosa ha sido condenada por el Tribunal Arbitral de París, en virtud de laudo, a pagar a la empresa argelina Sonotrach la suma de 1.600 millones de euros por diferencias retroactivas de precios, por suministro de gas. El laudo ha sido apelado ante el Tribunal Federal de Ginebra, máxima autoridad mundial de arbitraje, alegando defectos de forma. En tanto se resuelva, Gas Natural Fenosa contará con el apoyo inestimable de Felipe González.

La empresa española Endesa también nos ha desvelado la contratación de José María Aznar como asesor externo con un salario de 200.000 euros anuales. Sus relaciones personales en América, en concreto Estados Unidos, son importantes. Su intervención se centrará en el futuro plan de inversiones. El magnate australiano Rudolph Murdoch, dueño de News Corporation, tiene también contratado a José María Aznar como asesor internacional.

Dos presidentes de España que lo fueron, dos relaciones públicas extraordinarios. Dos expresidentes que mientras ejercieron su cargo lograron ampliar fronteras en el exterior, cultivando relaciones de amistad. Dos personas brillantes, con personalidad, recursos y capacidad intelectual.

En estos días han aparecido en la escena pública por sus contratos con empresas privadas y sus salarios. La prensa, en su afán por mantener viva la polémica, ha iniciado una caza despiadada, no de brujas, sino de dos brujos, llegando a tacharlos incluso de inmorales por cobrar sueldos astronómicos al tiempo que cobran la pensión del Estado. Un reconocimiento mal llamado pensión.

Felipe González estuvo catorce años. José María Aznar, ocho. Ambos dirigieron los destinos de España. Cada uno a su manera. Con sus aciertos y sus fracasos. En nuestra memoria quedan aquellas indemnizaciones millonarias de altos ejecutivos aquí y fuera de aquí que, aun siendo opinables, fueron respaldadas por los consejos de administración de sus empresas. Y mientras no se comprenda la diferencia abismal que existe entre dinero público y dinero privado, nuestra prensa y, por contagio, la sociedad seguirán ancladas en la torpe, equivocada e inútil caza de brujos y brujas.

Censurable es el hecho de que algunos de nuestros diputados del Congreso cuya labor parlamentaria se limita durante cuatro años a pulsar el botón del sí o el botón del no en las votaciones, de acuerdo a las instrucciones que les marca su partido, sin protagonismo parlamentario alguno, y cuando dejan su cargo, tienen derecho a pensión. O las cantidades ingentes de dinero que gotean de las arcas públicas bajo el pretexto y la excusa de subvenciones y ayudas.

Dos presidentes que lo fueron, hoy alejados de la política activa, trabajando para dos empresas españolas de primera magnitud con presencia multinacional nos debería de llenar de orgullo, al margen de simpatías políticas. Ambas empresas han apostado por reforzar su protagonismo con sus incorporaciones, lo que antemano garantizará el éxito de sus cometidos.

Censurar la pensión que cobran por haber sido presidente del Gobierno roza la hipocresía y, sin duda, la envidia.

Jorge Bastian