PREVIAMENTE decir que no es lo mismo que el Papa visite Chipre, que la papa sea de Chipre. No es igual. Resulta que los agricultores, concretamente la Cooperativa de Organizaciones Agrícolas y Ganaderas de Canarias (COAG), denuncian que las papas de esa procedencia están siendo vendidas como autóctonas del país, como papas canarias.

Es tremendo, al plátano lo dejaron primero cojo, reprimido, acantonado y después tuerto, machacado y tirado a los barrancos; ahora les echan las culpas a ellos mismos, crean división y complejo de suicidio hablando de disolver Asprocan y de zancadillas entre los que antiguamente eran competidores y ahora no les queda más remedio que ser aliados. Perdemos mercado en España a ritmo tropical, reducimos preocupantemente ingresos dándoles a los competidores el trabajo comercial hecho y hasta en las islas entran altivamente sin que nos demos cuenta. Ni que decir tiene que el tomate pasa a mejor vida con las bajadas de pantalones de la UE ante Marruecos. No hay color, porque ellos producen en unas condiciones no solo de costo ínfimo, sino de aditivos y compuestos que aquí no son ni legales ni convenientes. El resto de cultivos casi que se quedan para la decoración y ya no te cuento nada de cómo se cargaron la pesca o fosilizan y convierten en bonsáis las producciones ganaderas.

La COAG aseguró a través de un comunicado que en la actualidad más de la mitad de la papa que se consume en el Archipiélago procede del exterior y, según sus datos de 2009, los últimos disponibles, casi 90 millones de kilogramos fueron importadas de países como Reino Unido e Israel. En el referido periodo la producción de las Islas se mantenía en torno a los 84 millones de kilogramos, con una caída en la superficie cultivada de más de un 60% en las dos últimas décadas. Además de la pérdida de producción en Canarias, en los últimos años se produce de "manera sistemática" un fenómeno "con efectos muy perversos" para agricultores y consumidores, "la venta de producción de fuera como si fuera local". La COAG aseguró que en estos días es posible encontrar en mercados municipales de las Islas y de venta al por mayor como Mercatenerife "papas traídas de Chipre y vendidas como canarias". Estas producciones, de la variedad Spunta, se comercializan en los puntos de venta como de origen local "con total impunidad por parte de sus importadores y vendedores". Según apunta Juan Hernández, miembro de la Ejecutiva de COAG-Canaria, mientras que los productores de las Islas tienen verdaderas dificultades para vender sus papas, "unos señores las importan de fuera saltándose a la torera las reglamentaciones sanitarias y el control de calidad de los productos, y las venden como del país". La cooperativa canaria exige a la administración pública competente "el control" de este tipo de fraudes y que actúe "de una vez por todas para que ponga fin a las ilegalidades y las trampas que están acabando con el sector agrario de las Islas".

Es terrible. Se supone que cuando llegamos al entendimiento de que nos convenía entrar en la UE, íbamos a tener un espacio reservado para nuestros productos del sector primario a cambio de que sus productos industriales, todos, entraran a mansalva. Lo repito mucho, consumimos un tanto por ciento escandaloso de productos del exterior facturados y refacturados desde Europa y, sobre todo, desde España, y si nos abstraemos del mercado inmobiliario, estamos hablando de más del 85% fabricado, cultivado o producido fuera, cosa que no sucede ni en Gabón.

No obtenemos nada. Las cadenas que se implantan, incluido el sector turístico, reproducen sus organigramas organizativos con sus pirámides mayoritariamente ocupadas por otros señores, reduciendo a mínimos marginales la participación de la gente del país. Como con las papas de Chipre, igual, contratan a los de la Conchinchina. El turismo parece ser la única compensación visible a toda esta apertura de patas que en ciertos momentos se compensa con regalitos, dádivas, inversiones lloradas, cúpulas o Planes Canarias que después no se cumplen.

Conclusión: si no queremos seguir mendigando, o nos dejan fabricar y comerciar como punto central -que no nos dejan- o nos hacen el hueco necesario para que vendamos las producciones del sector primario, una de dos, porque si bien es cierto que estando en Europa a lo mejor vienen más turistas, aunque estemos fuera alguien vendrá, digo yo.