1.- Amí me da igual que Ricardo Melchior coloque como jefa de su Gabinete en el Cabildo de Tenerife a la vieja periodista María Luisa Arozarena que a Leire Pajín. Lo digo por utilizar dos inteligencias similares. Me la suda. Lo que no me la suda es que la señora Arozarena cobre una sustanciosa jubilación oficial de Radio Nacional, acumulable a su nuevo y lujurioso sueldo en el Cabildo. Me lo tendrían que agradecer todos los periodistas parados. Como me han agradecido que sea tan claro algunos sindicatos (a los que la antedicha se enfrentó en Radio Nacional) y un puñado de personas, a las que no aludo por abreviar. Lo digo porque, como estaba previsto, los corifeos, incluido el viejo mentecato pucelano y el seminarista judicial de Las Palmas creo -yo ya no leo tonterías- que me han dedicado piropos escritos, que agradezco en lo que valen porque yo siempre me he alimentado de la controversia. Bueno, y de los bistecs de cochino de El Pole. O sea, que sólo quiero alertar a mi buen amigo Melchior para que no grave más nuestra economía, cuando casi estamos a punto de ser rescatados. Lo demás a mí me la renflanflinfla. Ya me dará la razón, si quiere y, si no, tan amigos. Y a mi gran compañero y mejor periodista José Antonio Pérez, pedirle que no me llame tanto para que no hable más de este asunto. Que me tienes loco, Demonio.

2.- Pero me voy a referir a otra cosa que me ocurrió el otro día y que no tiene nada que ver con lo anterior. Me levanté, me miré al espejo y, en una de esas vanas sensaciones mañaneras de la estética, vi que mi cabeza estaba totalmente blanca; que me habían salido muchas canas. Agarré uno de esos frascos de Just for Men, leí -mal- las instrucciones, vacié el líquido en la testa, me reburujé los pelos y me teñí hasta el cuero cabelludo de un horroroso caoba, parecido al color del pelo del parlamentario José Miguel González, sólo que el suyo es natural. Dios, qué apurado me vi. Fui a la Internet para buscar la solución y concluí que había que acudir a la lejía para borrar de la piel cabelluda los rastros del desastre. Lo conseguí, tras muchas frotaciones y andar con gorra dos o tres días, lleno de vergüenza.

3.- En este mundo, y en esta profesión, hay verdaderos maestros en la caobanización capilar. Pero, claro, como uno anda peleado con todo el mundo no me atrevía llamar al Gran Maestre del Tinte para que pusiera coto a mi aflicción. He vuelto a mis canas con gran pesar. Con gran pesar porque veo a algunos tiparracos viejos que andan por ahí dedicados al periodismo con un cabello de ángel saludable, brillante, reluciente. Yo sé que es gracias al Just for Men, pero no me atrevo a preguntar. Además, en Alemania condenaron a un tipo por injurias, sólo por decir que el ex canciller Schröeder le daba al producto. Y ya saben que Alemania manda.

achaves@radioranilla.com