EN LA CLAUSURA de un ciclo de conferencias sobre el futuro de Canarias, un asistente al mismo quiso conocer mi opinión sobre la resolución promovida por los socialistas y aprobada por el Parlamento de Canarias el 24 de septiembre de 2008, acusando a EL DÍA nada menos que de subvertir el orden constitucional y reprobándolo por determinadas expresiones que, en opinión de los señores diputados, eran injuriosas y atentaban contra su honor. Respondí que no solo no compartía la citada declaración institucional, sino que, a mi juicio, era un baldón sobre el prestigio de la primera institución de Canarias que más pronto que tarde debería ser reparado, pero siendo una respuesta dada sobre la marcha ante una pregunta formulada en un coloquio después de mi intervención, lo argumenté deficientemente cuando dije que "no respaldo y no estoy en absoluto de acuerdo con este periódico", cuando lo que debí decir es que no comparto la actual línea editorial independentista de este periódico.

Por tanto, hizo bien EL DÍA corrigiéndome unos días más tarde e interpretando bien lo que yo quise decir y no dije bien. Respeto otras explicaciones y afirmaciones que el periódico añadió, especialmente cuando dijo "no comprendemos cómo alguien (refiriéndose a mí) puede discrepar con pedir la libertad de un pueblo, en este caso el pueblo canario", y lo que calificó como "mi españolismo", que dice respetar; "respetamos el españolismo de Fernando Fernández, bueno fuera, igual que si dijese que quiere ser marroquí o tailandés". Pero me siento en la necesidad de hacer unas precisiones, porque no hacerlo sería tanto como aceptarlas y dar por buenos esos argumentos.

Publiqué un artículo en este periódico por primera vez en abril de 1976 sobre la recuperación de la democracia en Portugal y "la revolución de los claveles" y desde entonces lo he hecho con cierta frecuencia, con mayor o menor regularidad, con la excepción de mis quince años de eurodiputado, cuando mi permanencia en Bruselas impidió escribir asiduamente en la prensa canaria en general y no sólo en EL DÍA. Hace un año reanudé mi presencia regular, con carácter quincenal y entonces escribí: "El acreditado pluralismo de EL DÍA y la generosidad de su editor-director, mi amigo Pepe Rodríguez, hace posible mi regreso a estas señeras páginas de la prensa tinerfeña. Lo haré con regularidad, a partir de ahora, sin chocar con su actual línea editorial, que no comparto, y sin violentar con ello mis convicciones y principios democráticos".

Y en base a ello digo que soy canario como todos mis antecesores desde hace 300 años y soy un hombre libre, como libres se sienten en mi opinión la inmensa mayoría de los canarios. Que para mí, ser palmero, canario y español la misma cosa es y ello no me supone contradicción alguna, ni moral, ni ética, ni jurídica, ni políticamente hablando. No creo que nadie pueda tener título alguno para otorgar a otro la carta de "canario". En mi opinión, canarios somos todos los que aquí hemos nacido y quienes voluntariamente han querido integrarse en esta sociedad. En una democracia, los ciudadanos nos autodeterminamos diariamente con el ejercicio de nuestra libertad y cuando somos llamados a votar y expresamos libremente en las urnas nuestras opciones políticas.

No quiero establecer con EL DÍA y desde sus mismas páginas una polémica, pero espero que expresar esta opinión, con lo que creo una explicación necesaria, no suponga interrumpir mi quincenal presencia en estas páginas. Hasta dentro de dos domingos, deseo a todos un venturoso año nuevo.

ea8ak@hotmail.com