LA RECIENTE elección de Artur Mas como presidente de la Generalitat de Cataluña provocó, en los primeros momentos, por la abstención-apoyo del PSC, una sensación de liturgia y parafernalia informativa excepcional en el orden personal, familiar y político. Agridulce, sobre todo porque la expectación ha estado en las opciones que serían determinantes para los populares, o para los izquierdistas-republicanos. En cada uno, por distintos motivos. Para los primeros, especialmente, porque su no abstención pudiera cortar la vía para las elecciones generales, caso de no sacar mayoría absoluta.

Fundamentalmente hay dos aspectos: el de la "liturgia" triunfalista, a través del pacto del PSC-Nadal, con CiU. Son veinte puntos, casi otra pequeña "constitución", que llevó al diario La Vanguardia del 24-12-2010 a grandes titulares en sus primeras páginas sobre una "socioconvergencia". Tácitamente se presenta como una segunda versión del pacto de Tinell. O como frontera para no dar entrada al PP tras las elecciones generales. Con aparente moderación. Sergio Pamís lo adereza con "socioconvergencia hasta la puntita". Francisco de Carreras es más agudo y la califica de "transición hacia la socioconvergencia", y añade: "Tranquilos, pues. La transición nacional con que amenazó Artur Mas... para contentar a un sector de los suyos se ha convertido en una transición hacia la socioconvergencia. Nosotros, al indagar en lo más profundo de las cosas, o el subsuelo de ellas -como diría Ortega y Gasset- y no las superficiales, nos hemos atrevido a rotular ese punto con el interrogante ¿hacia una transición nacional-catalana? (que en el fondo es otro tripartito)".

En ese subsuelo de la historia, a los juristas prácticos les gusta además enjuiciar los hechos anteriores, los coetáneos y los posteriores. Unos textos nos ayudarán a ir desenredando la cuestión y a repensar sobre lo que ha estado en esa "meditación sobre España", que es lo que nos importa.

El primero es de Azaña, en su discurso de Barcelona, el día 27-3-1930: "Yo concibo, pues, a España con una Cataluña gobernada por las instituciones que quiera darse mediante la manifestación de su propia voluntad, unión libre de iguales con el mismo rango, para así vivir en paz dentro del mundo hispánico que nos es común. Y he de deciros que si un día dominara en Cataluña otra voluntad, sería justo permitirlo... dejaros en paz... Pero si esto ocurriera, el problema sería otro. No se trataría de liberación común, sino de separación. No es lo mismo vivir independiente de otro que vivir libre". Poco después, agosto de 1930, como comenta Muñoz Machado, se llegaría al pacto de San Sebastián, sobre la base de una autodeterminación, comprometiéndose a aceptar lo que las Cortes resolvieran.

El segundo es la declaración en la noche del 13 al 14 de abril de 1931 del presidente Maciá, siempre tan festejado: "En nombre del pueblo de Cataluña, proclamo el Estado catalán bajo el régimen de una República catalana que libremente y con toda cordialidad anhela y pide a los otros pueblos de España su colaboración en la creación de una confederación de pueblos ibéricos, y está dispuesta a lo que sea necesario para liberarnos de la Monarquía borbónica".

Y el tercero es más actual. De Artur Mas, en los días previos a su elección: "Si se coge la Constitución, como el TC es, un desastre monumental". Y en el discurso de investidura daba un paso más: "Cataluña debe entender que España quiere seguir siendo una sola nación con un solo Estado. Asimismo, España debe entender que Cataluña y el pueblo catalán no desfallecerán en la defensa de su gobierno y sus libertades... Si Cataluña es una nación, y lo será mientras los catalanes quieran, y no simplemente una derivada o un subproducto constitucional, los catalanes tenemos derecho democrático a decidir sobre lo que nos conviene como pueblo".

No es tema en estos momentos de perspectivas de lo que ese supuesto "segundo pacto de Tinell", con las veinte cuestiones programadas, nos puede llevar. Pese a una aparente naturalidad. Más sofisticados que los burdos ataques a la Constitución por Montilla, previos a la sentencia del Tribunal Constitucional de junio de 2010. Sí resalto la presentación del nuevo "tripartito", bien orquestado por La Vanguardia -antes "española"-, casi como una crónica de sociedad. Y rotulada en la primera página y a una sola columna: "Mas, 129 president". Le pregunto a alguno de mis próximos más fuertes en Historia sobre quién sería el primero. Me dice: "Como no fuese Wifredo el Belloso...". Y nosotros nos preguntamos: ¿no sería algún aragonés, aunque fuese de la familia de los Delcroix, que perteneciera a los mercenarios que acompañaron a Alfonso I el Batallador en la reconquista de Daroca (Zaragoza) y que se asentara allí -alguno fue justicia de Aragón y otro fundador de la ciudad de Puerto Rico y de Santo Domingo-? ¿O pudo ser algún darocense, ascendiente de la familia Ferrusola, abuela de la esposa de Jordi Pujol, cuya descendiente Oriol Pujol Ferrusola acaba de afirmar el "acuerdo" previo con Nadal? Quedan por analizar los problemas y las perspectivas. Y las esperanzas. Esos son otros temas. Para más adelante. Ahora, diría Ortega, toca "pensar". Aunque ya lo ha hecho el diario El Mundo (24 y 25-12-2010) al rotular en un editorial que "apoyar ese pacto de los veinte puntos supone desobediencia del Tribunal". Mientras que el rey ha vuelto a pedir unidad de todos los españoles para salvar España.

de Cataluña. Una meditación sobre España"