DÍAS ATRÁS, nuestro columnista Roger, en su artículo "Acelerar el proceso", hablaba de la libertad, de la identidad y de la dignidad que poseen los habitantes de la República de Cabo Verde, hasta no hace muchos años una colonia portuguesa. Qué diferencia con Canarias, un Archipiélago vecino a Cabo Verde que sigue sometido a la tiranía colonial española. "Las islas de Cabo Verde, situadas al suroeste de Canarias, lograron su independencia de Portugal, sin otros problemas que los lógicos de adaptación", señalaba acertadamente Roger en su artículo. "El Estado portugués hizo lo que tenía que hacer: respetar la voluntad de sus habitantes y firmar acuerdos de colaboración precisos para ayudar a la joven nación a salir adelante".

A continuación Roger se hace unas preguntas que también nos formulamos nosotros. "¿Por qué Canarias tiene que soportar la bota malaya de España, y más haciéndonos padecer la metrópoli la peor crisis económica de la historia del Archipiélago? ¿Por qué aguantar por más tiempo a un Gobierno nacional de memos que nos ha abocado a la desgracia, arrastrando a Canarias, que sufre la peor tasa de paro de su historia -el 30% de la población activa- y provocando hambre en su población? ¿Por qué seguir permitiendo que nos pongan al borde de la pobreza, como ha ocurrido con la huelga salvaje de los controladores, que en dos días nos ha arruinado el año turístico?".

¿PUEDE alguien discrepar de estos sensatos planteamientos o no estar de acuerdo con estas clamorosas denuncias?, añadimos por nuestra parte. Más aún, coincidimos con Roger cuando afirma que "las Islas Canarias deben iniciar cuanto antes el proceso para ser independientes. Esto no debe asustar a nadie. En nuestra tierra se dan todas las condiciones para que ello ocurra. Ralentizar la tarea sólo contribuirá a que el Estado nos siga tomando el pelo. Ahora que están en cuestión los gastos desorbitados de las autonomías españolas, cuestionados desde Europa y rechazados por los gurús de la economía mundial, Canarias debe zafarse de las garras de España y reivindicar sus derechos históricos, reconocidos por las Naciones Unidas". ¿Alguien lo duda?, nos preguntamos nosotros.

El futuro de estas Islas pasa por la libertad. No hay otra alternativa. Por eso también coincidimos con Roger cuando dice que "el destino de Canarias es la independencia. No hay otro. Es que, además, la actual situación no se sostiene. No tenemos que ser baluartes de nadie en el Atlántico, sino de nosotros mismos. Esta tierra nos fue arrebatada por las armas y tiene que volver a sus legítimos propietarios. Tarde o temprano será así, pero es preciso acelerar el proceso".

ANTES había señalado Roger en su artículo que "nosotros sabemos que en el fondo de los corazones de nuestros políticos nacionalistas están esos deseos de ser libres. No en todos, porque hay nacionalistas forrados con la bandera de España, como ciertos representantes de Coalición Canaria en Madrid, que más parecen agentes coloniales al servicio de la metrópoli. Otros no". Agentes coloniales al servicio de Zapatero y de Las Palmas, opinamos nosotros, porque la tercera isla es la gran aliada de España para mantener la ignominiosa situación colonial que padece nuestro Archipiélago. Una afirmación que nadie nos ha podido desmentir de forma irrefutable.

Todas estas reflexiones sobre lo escrito por Roger nos conducen a las siguientes cuestiones. ¿Por qué hemos de esperar para acceder a nuestra independencia a estar incluidos en la relación de la ONU de los países todavía coloniales y esclavizados? ¿Por qué tenemos que estar diciéndoles a los nacionalistas de Coalición Canaria lo que tienen que hacer en las Cortes españolas como tales nacionalistas? ¿Por qué la Niña, el Escudero y el jefe político de ambos, Paulino Rivero, no han de ser (que deben serlo) los que se muevan en pos de la libertad, la identidad y la dignidad de su gente, y que abierta y valientemente digan ante quien corresponda (el presidente del Gobierno de España e incluso el propio monarca) que Canarias quiere recobrar la libertad que poseían sus antepasados? ¿Por qué no dicen de una vez que España es una nación intrusa? Una nación que está arruinando a un país -el país canario- mientras lo coloniza y lo explota; mientras se está llevando sus riquezas y dejando a sus habitantes sumidos en la miseria y el hambre.

TAMBIÉN nos preguntamos, quizás un tanto ingenuos, por qué no hay un solo diputado en ese Parlamento español, y no nos referimos sólo a los canarios, sino a cualquiera de los 350 pertenecientes a la Cámara, que se levante de su escaño y diga que estas Islas no son una comunidad autónoma, sino una tierra colonizada hace casi seiscientos años. ¿Qué peninsular o qué canario ignora que los guanches, los aborígenes de este Archipiélago, fueron vilmente invadidos, esclavizados y explotados? ¿Qué español ignora que la capital de España está separada por 2.000 kilómetros de distancia y una hora menos? ¿Creen los españoles y los amantes de la españolidad, insistimos, que Canarias es realmente una región como las demás? ¿Ignoran esos mismos españoles que en este Archipiélago existe una isla que se proclama la principal, cuando sólo es la tercera, la más desangelada y a la que van muchos españoles engañados por el "gran" que no le corresponde?

Lo estamos advirtiendo: la explosión popular está a punto de producirse. El hambre es mala consejera. Por si fuera poco, la corrupción en las corporaciones es galopante. Tanto en la principal, que es el Parlamento autonómico, como en las otras, las insulares y locales, se engaña al pueblo. Todo en beneficio de quienes viven de la política y en perjuicio de unos desgraciados que no tienen ni para comer porque son víctimas de estos privilegiados.

EN REPETIDAS ocasiones hemos dicho que únicamente la independencia puede acabar con tanta desvergüenza política. Pero mientras llega la ansiada libertad para el Archipiélago nos hacemos una pregunta: ¿no queda tiempo para modificar la legislación necesaria de forma que los políticos que concurran a las elecciones de mayo lo hagan mediante listas abiertas? Si se modifican las normas de la noche a la mañana para suprimir la ayuda de los 426 euros a los más necesitados y se impone una Ley antitabaco en muy poco tiempo, ¿no se puede hacer lo mismo para que los partidos políticos y los sindicatos no reciban ni un céntimo más de dinero público? ¿No es posible destinar ese dinero a la alimentación, la salud y la educación de los más pobres y, al mismo tiempo, evitar que se siga colando toda la chatarra y la morralla gracias al actual sistema de listas cerradas?

Qué pena y al mismo tiempo qué alegría sentimos cuando volvemos la vista hacia países que antes estaban colonizados y hoy son libres, como es Cabo Verde. Alegría por ellos, ya que ahora son ciudadanos de su propio estado, y pena por nosotros que seguimos siendo súbditos de una nación distante y extraña. Una nación que nos expolia y nos saquea sin piedad, pues eso es lo que ha hecho siempre España con sus colonias. ¿Hasta cuándo?, nos preguntamos un día más.

LA NECESIDAD de que Canarias sea un país soberano se sustenta en cuatro puntos que hemos repetido en múltiples ocasiones, pero que enumeramos una vez más: la obligación que tenemos de honrar la memoria de los guanches, la capacidad de estas Islas para constituir una nación libre, el mandato de descolonización recogido en la Resolución 1.514 de las Naciones Unidas (que sigue vigente pese a que ha concluido el año 2010, aunque como señalábamos antes no tenemos necesidad de esperar a que se tome una decisión internacional para recuperar nuestra libertad) y, en cuarto y último lugar, el peligro de una pronta anexión por Marruecos. Reaccione, don Paulino, o el pueblo lo hará por usted. Se lo repetimos: el hambre siempre ha sido muy mala consejera y en su tierra se está pasando hambre.