El pasado domingo 26 de diciembre, EL DÍA nos informaba del fallecimiento de un hombre estimado y apreciado; tristes y afligidos nos dejaba con su marcha a esa otra vida o dimensión el maestro, el reconocido jurista Ángel Ripollés Bautista.

A sus 86 años nos dejó en todo ejemplo la huella de un hombre campechano, sencillo y humano; amigo de sus amigos, abierto siempre a abrigar la amistad.

Fue uno de los mejores, si no el mejor, letrado penalista reconocido por la sociedad tinerfeña. Para llegar tan alto y ganarse tan preciado galardón, su espectacular ascensión profesional fue labrándose a partir de que en 1950 se incorporara oficialmente al Colegio de Abogados; su espíritu de lucha, su capacidad de trabajo, la plena dedicación y el sabio y persistente doctorado en el compromiso consigo mismo hicieron que, ante las salas de vistas de los múltiples Juzgados, dominara como nadie la defensa en quienes depositaron su confianza. Numerosas distinciones y premios a sus méritos serían de largo pasaje significar aquí. Al cumplir cincuenta años de vida profesional ininterrumpida, una de las ilusiones que quizás más feliz le hizo fue la concesión de la Medalla de Platino del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife.

Motivos personales y de trabajo hicieron que visitara a Ángel en su despacho de la calle Callao de Lima. Recuerdo que pasamos la puerta principal de su lugar de trabajo y al fondo estaba Ángel, siempre atento y cordial, invitándonos al recibimiento con un pasa, pasa... Hablar y charlar con él fueron momentos imborrables donde transmitía ese calor y aliento a la tranquilidad y seguridad. Cuarenta años conociéndole y aún recuerdo aquella primera vez que traspasé el umbral de su despacho. No se trataba de un despacho cualquiera, era el del número uno, y más como persona. Dice cierta cita que cuando un buen amigo se va, algo se muere en el alma... Ese y no otro es el sentimiento que nos ha dejado su marcha. Mis más sentidas condolencias a su esposa, hijos y familia. Hasta siempre, buen amigo.

José Manuel Domínguez Cabrera

Un auténtico panegírico

Con todos los respetos hacia su persona y a la comunidad a la que pertenece, el padre Lorente publicó el pasado 27 de noviembre, en el suplemento La Prensa del periódico EL DÍA, un amplio comentario sobre el 20 de noviembre en España, aniversario de la muerte de Franco. No voy a refutar nada de lo que dice referente al dictador. Lo que sí puedo afirmar es que el relato es un auténtico "panegírico" hacia la figura de Franco. Todavía más, es un "encomio" que significa alabanza exagerada. Un paso más y propone elevarlo a los altares... ¡Que nunca se sabe!

Recuerdo aquellos pasquines de principio de la guerra que, en referencia a la parte republicana, con una alegoría de fondo, decía: odio, terror y hambre. El referente a la parte nacional, con la correspondiente alegoría, decía: paz, justicia y trabajo... También recuerdo oírle decir a mi madre, una mujer de campo muy sensata, en lo referente a la entrada "bajo palio" de Franco y señora a las iglesias y catedrales que visitaban, que "bajo palio, sólo el Santísimo". ¿Cree Vd., padre Lorente, que en esta cuestión la Iglesia (española) "se pasó"?

J. M. La Serna