Insisten tanto el Gobierno de Canarias como el de España en el falaz asunto de las aguas interiores al Archipiélago. Ahora nos enteramos de que ambos ejecutivos iniciarán dentro de poco varias reuniones para fijar las competencias y efectos de la nueva Ley de Aguas Canarias. En el colmo de la alegría tonta, hablan ya de modificar parte de la legislación de la Comunidad Autónoma para que Canarias pueda ejercer sus nuevas competencias sobre dicho mar interior, así como el aumento de la financiación estatal a la Comunidad debido al "crecimiento" de la extensión del Archipiélago. Hacemos aquí un inciso, antes de entrar en materia, para carcajearnos. ¿No ha tenido usted suficiente con el engaño de los 25.000 millones de euros del Plan Canarias, don Paulino? Ni un solo euro de los que le prometió Zapatero en aquel famoso Consejo de Ministros celebrado en Las Palmas ha llegado a las Islas. Además, aunque Zapatero dijese la verdad (cosa que nos extrañaría) y quisiera darle lo que le promete, ¿con qué, don Paulino? ¿No se ha dado cuenta todavía de que este hombre tiene a España arruinada y a Canarias mucho más por ser una colonia? Ya sabemos que de su Niña en Madrid y de su escudero no puede esperar ninguna información válida, porque ninguno de los dos se entera de nada. Del otro, del que está en el Senado, mejor no hablar. La Niña y el escudero están demasiado atareados con el juego de la política pura para ocuparse de los asuntos de Canarias. Pero, ¿y usted, don Paulino? ¿Cómo permite que lo sigan engañando con el dinero y con las aguas? Sobre todo con las aguas. Eso de las aguas es papel mojado, señor presidente. ¿También a usted lo mantienen narcotizado?

Le recomendamos que despierte de una vez y lea lo que expone en nuestra última página de hoy la Comunidad Canaria en Londres. De ellos y de expertos como Ramón Moreno Castilla nos fiamos. Del señor de las aguas asimétricas y de sus hijitos de papá, no. No podemos fiarnos porque la realidad es otra. La realidad es que estamos en la zona económica exclusiva de Marruecos, y en ella permaneceremos hasta que seamos una nación soberana o una provincia marroquí. Españoles no vamos a seguir siéndolo mucho tiempo, porque en el contexto internacional cada vez más complicado y tenso en el que nos ha tocado vivir, España, y mucho menos la paupérrima y desacreditada España de Zapatero, carece de fuerza para mantener su finca canaria. Y a Dios gracias, porque ya está bien. Ya es hora de que los españoles no se sigan mamando nuestros recursos, mientras el pueblo pasa hambre. ¿No le ponen nunca sobre la mesa las cifras del paro, don Paulino? ¿No le duele el presente y el futuro de su gente?

¿Qué tontería es esa de que el Gobierno de Canarias compartirá con el de España las competencias para autorizar la prospección de hidrocarburos? Esto es ya el cuento de la lechera pero sin ni siquiera haber comprado la vaca. ¿Pero qué permisos van ustedes a dar o a denegar, si el único país al que le corresponde hacerlo, en virtud del Derecho Marítimo Internacional, es a Marruecos?

De lo que dice hoy en nuestra última página la Comunidad Canaria en Londres reproducimos un párrafo que nos parece sumamente importante: "La limitación de espacios marítimos en la colonia española de las Islas Canarias supondría el reconocimiento de facto de Canarias como un Estado archipielágico, es decir soberano, según lo ratificado en la Convención de 1982 (Montego Bay). Y por eso un ministro de Madrid manifestó que delimitar las aguas en la colonia Canarias es un acto con implicaciones internacionales. Madrid estaría reconociendo de facto que Canarias no es España".

Ni es España, ni lo ha sido nunca, añadimos nosotros. Creemos más -lo repetimos- en lo que escribe Mohamed Boular, Ramón Moreno y los patriotas isleños que viven en Londres (capital de un país políticamente civilizado y no salvaje como España), que en todo lo que pueda decir un señor llamado Fernando Ríos. Basta emplear el sentido común y la lógica para saber quién tiene razón en este asunto, quién está mintiendo y quién se deja engañar como engañaban los españoles a los amerindios con quincallería y cuentitas de colores. Hasta la historia nos da la razón. Más aún: estamos convencidos de que los españoles quieren que sigamos siendo indígenas, aunque sin taparrabos, fáciles de embaucar. ¿Se da usted cuenta, don Paulino, que dentro de unos años el patriotismo del pueblo canario, que está ahí y es real aunque muchos no quieran verlo, le pedirá responsabilidades por su acatamiento de lo que dispone el amo peninsular?