ESTE SEÑOR de León ha anunciado recortes sociales más importantes en el año que acaba de empezar de la peor manera posible, es decir, sin abandonar La Moncloa, destruyendo un país que, un día ya lejano, fue punto de referencia internacional en distintos ámbitos. Un bien, como es el consumo de energía eléctrica, experimenta una subida tan brutal como la del 10% y que, como es natural, en una nación que no funciona repercutirá en los bolsillos menos favorecidos. Calculan los expertos que unos veinte millones de españoles tendrán que desembolsar esa cantidad, que supone, calculando desde tres años atrás, una subida en el precio de la luz de casi un 50 por ciento y, además, de un 3,9 en el gas, lo que, evidentemente, es un disparate. Si sumamos el precio de los carburantes, que arrastrarán a los transportes y a una larga ristra de precios que los más espabilados sabrán fabricarse, estaremos entrando en un mundo cuya oscuridad no nos dejará ni siquiera adivinar si hay luz, túnel, final o principio del fin. Tal ha sido la nefasta política nacional que, añadida a los despilfarros autonómicos y locales, dejará a España convertida en un yermo democrático lleno de parados sin esperanzas. Este sombrío panorama pasa de largo ante sueldos tan insultantes como los de la ex vicepresidenta del Gobierno, ministros, subsecretarios, secretarios, asesores, presidentes de autonomías, consejeros, alcaldes, concejales, queridas, queridos... en fin, todos a los que el 10 por ciento de la factura de la luz les resbala, pero no a aquellos que les usurpan los 426 euros de ayuda social.

Nuestro país, de la mano de estos ilustres ineptos, es tan ecologista que ha preferido comprar a precio de oro el 80 por ciento de la energía a Francia y olvidar la instalación de centrales nucleares, más limpias y más baratas. Parece que los vecinos tienen otro concepto de lo que es la energía nuclear y por eso han decidido mantener unas sesenta centrales, con las que obtienen unos pingües beneficios, exportando a otros países subdesarrollados, como el nuestro, la energía que a ellos les sobra. Ha pasado mucho tiempo desde Chernobyl como para que las medidas de seguridad no hayan avanzado de manera efectiva en este tipo de complejos y los conviertan en altamente seguros (los peros ecologistas se apoyan en las fugas y en la ubicación de los cementerios nucleares). Mientras, por estos lares, los estudios van encaminados únicamente a las energías alternativas invirtiendo, sin resultados idóneos, más de veinte mil millones de euros, sólo en 2010. Aparte, adquisición del gas a Argelia y petróleo a Rusia.

En Canarias no tenemos el problema-solución nuclear, aunque se ha hablado alguna vez del montaje en las dos capitales de dos mini-centrales. Lo cierto es que de este asunto no hemos tenido noticia reciente, aunque, tal vez, Unelco tenga algo que decir al respecto. Lo que sí se puede afirmar, desde la óptica de un lego, es que en Canarias se consumen más recursos de los que se generan, a pesar de los esfuerzos económicos y técnicos que se desarrollan en nuestro territorio beneficiándonos de la naturaleza. Solamente con el sol, el viento y las mareas, que aquí en Canarias nos sobran, se intenta generar la suficiente energía para lograr corregir esa casi total dependencia del exterior en materia energética y abordar, olvidando y dejando a un lado a los que se oponen al progreso de las Islas, el importante recurso del gas natural, que permitiría diversificar las fuentes energéticas que actualmente dependen del petróleo y derivados, así como la generación eléctrica mediante los ciclos combinados. La plataforma de energía solar fotovoltaica del Sur de Tenerife dispone, hasta el momento, de noventa plantas, aunque está previsto llegar a las doscientas, que generarán electricidad para el consumo de unas diez mil viviendas... sin contaminar, porque no produce emisiones. El Instituto Tecnológico de Energías Renovables, en Granadilla, capta la energía solar y la transforma en energía eléctrica. Es uno de los retos asumidos por el Cabildo Insular de Tenerife, institución que apuesta fuertemente por nuevas fuentes energéticas que disminuyan la fragilidad del sistema y alcancen en 2015 que el 30 por ciento de la energía eléctrica proceda de estos principios. El ejemplo a seguir en Canarias, único en el mundo, es el realizado en El Hierro. Allí, la ecología y la sostenibilidad marchan en armonía.