EMPIEZA un año en el que, en el sentido económico, haríamos bien en ir maquinando para que se extingan los buitres y el buitreo. Personalmente entiendo que en ese plano hay reformas importantes que acometer tanto a nivel internacional, en los movimientos y opacidades de los grandes capitales, como a nivel estatal con determinadas prácticas y regulaciones. Por definir, buitres son los que se abalanzan sobre los tocados para, con ese fin, hundirlos. Y hay muchos más de los que pensamos. Recuerdo a un empresario "cabra macho" que sin rubor de ninguna clase me contaba que le encantaba trabajar con aquellos que lo estaban pasando mal, para que así dejaran de sufrir cuando él los hundiera. Me decía: es fácil porque son vulnerables, les compras y no les pagas, que con lo lenta y garantista que es la justicia difícil será que puedan costearse a medio plazo la reclamación.

En sentido general, los carroñeros abundan en estas épocas de crisis. Sin ir más lejos, en muchas ocasiones los mecanismos financieros aceptados en el Estado actúan de esa manera cuando alguien no puede pagar, por ejemplo, una hipoteca y, cuando en otros países la responsabilidad se extingue con el bien que soporta la carga, en España puede ocasionar quebrantos mayúsculos a la responsabilidad personal, que se queda enganchada de por vida.

También hay fondos y se constituyen en una parte de los especuladores que temporalmente o de manera planificada trabajan sobre los mercados. Un "fondo buitre" es un fondo de capital de riesgo o fondo de inversión libre que invierte en la deuda de una entidad que se considera débil. El nombre es una metáfora que compara a estos inversores con los buitres sobrevolando pacientemente, esperando para lanzarse sobre los restos de una compañía que dé síntomas de desgaste; o, en el caso de las deudas soberanas, de un país como Grecia, Irlanda o España, endeudado y con sospechas de haber tenido gestiones flacas. Los operadores de mercado prefieren evitar esa denominación con denotación negativa, y en su lugar los llaman distressed debt o "fondo de situaciones especiales" (special situations funds, en inglés). Como muestra, un solo fondo buitre administrado por Kenneth B. Dart, heredero de la fortuna de la Dart Container, reclamó en su tiempo 700 millones de dólares en un juicio contra el gobierno argentino.

En el mundo animal por las Islas tenemos al llamado guirre -nombre guanche-, alimoche o buitre egipcio ("Neophron percnopterus"), que se asentó en las Islas Canarias hace unos 2.500 años a raíz de la llegada de los primeros colonizadores, según un reciente estudio del CSIC. Antes, el alimento de este ave carroñera se basada en los restos de roedores y algunas aves, pero con las primeras poblaciones de beréberes antiguos llegaron mamíferos terrestres como cabras y ovejas, y así parece que se produjo la expansión y el fortalecimiento del ave más grande que reside de manera estable en Canarias, actualmente sólo en Fuerteventura cuando hasta los 80 hay datos que la sitúan en números importantes en Lanzarote, Tenerife, Canaria, e incluso antes en La Gomera, La Palma y El Hierro.

Rosa Agudo, investigadora de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y sus colegas han realizado un estudio comparativo publicado en el último número de la revista BMC Evolutionary Biology en el que se demuestra que la comunidad de alimoches canarios presenta importantes ventajas físicas -16% ciento más pesados y un 3% más grandes- en comparación con los grupos de esta especie presentes en diferentes puntos de la península Ibérica. La comparación se ha efectuado entre 242 guirres de Fuerteventura y otros 143 ejemplares de la península Ibérica.

Los resultados de los análisis genéticos, llevados a cabo sobre ADN mitocondrial y microsatélites, demuestran que la población canaria de guirres se separa muy claramente de las poblaciones ibérica y africana. Éstas, por su parte, son mucho más afines entre sí, y muestran similitudes con otras poblaciones euroasiáticas. En Canarias se dan haplotipos exclusivos, imposibles de hallar en otras poblaciones. Por otra parte, la población canaria de guirres posee una baja diversidad genética, que puede ser producto de un proceso de colonización basado en escasos individuos (efecto fundador) o bien el resultado de un cuello de botella reciente derivado del proceso de rarificación.

A estos buitres sí que hay que protegerlos y reintroducirlos en todas las Islas, a los otros no.

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