SEGÚN la historiografía moderna, los padres fundadores de la Iglesia adaptaron, en su empeño por unir a las gentes y sincretizar la nueva religión con los credos paganos preexistentes, la fecha del nacimiento de Jesús de Nazaret para hacerla coincidir con el solsticio de invierno Un proceso que de manera inversa se vive hoy en España al convertir estas fiestas de la Navidad en algo sin especificar, sin contenido. Me explico: los principales problemas de este país ya no son el paro, la crisis económica, la falta de credibilidad del gobierno central, o lo que sea. No. Los problemas de España son unos gobernantes empecinados en hacer ingeniería social ofertando la Arcadia feliz a un pueblo que está desesperado.

¡Ay mi España!, esta tierra de "charanga y pandereta -como escribió Antonio Machado hace casi un siglo-, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, ha de tener su mármol y su día, su infalible mañana y su poeta". Pero se equivocaba. El poeta se equivocaba, pues nuestra mañana, nuestros destellos de esperanza tenían forma de "brotes verdes" y han sido sólo un espejismo, engañados por un presidente al que le han faltado redaños para llamar a las cosas por su nombre.

Este país -que cada día se parece más al que describió el poeta andaluz- está enfermo, deteriorado, esperando ese mañana que no llega, viviendo un presente en el que reina el eufemismo, en la antesala de la impunidad, y en el que hasta los delincuentes tienen bula. Entonces, ¿por qué sorprendernos de que en la mayoría de los colegios públicos se haya prohibido la instalación de belenes, so pena de que algún alumno se entere de que lo que se celebra en estos días es la venida al mundo de un hombre que para millones de creyentes es un Dios vivo? ¿Por qué empecinarse en esconder nuestra historia? Porque dos mil años de tradición cristiana, de raíces sin duda alguna cristianas; de unificación territorial y política sustentada indiscutiblemente en la religión cristiana; y de cultura fundamentalmente cristiana, no se borran de un plumazo, so pena de privar a esta nación de su memoria. Y la memoria de las naciones, señores gobernantes, como la de las personas, es la que da sentido a nuestra existencia.

Esta deriva despersonalizadora que nos persigue encierra un gran peligro, pues la ausencia total de recuerdos es una enfermedad grave llamada alzheimer, que algunos quieren imponer en España de manera artificial, como forzada, percibiendo el pasado como un lastre y construyendo, si es que construyen algo, un futuro a su medida, ese mundo feliz al que aspiran y que cada día vemos más encerrado y en sacristía.

Un mundo feliz en el que, con el poco dinero que queda de los contribuyentes, se juega a transgredir, siempre en un alarde de progresía, apostando por lo que llaman multiculturalidad y que a la postre no es sino una ofensa gratuita al buen gusto. Ahí están esas Cabalgatas de Reyes Magos, cuya descripción omito, convertidas en un desfile variopinto que lo mismo podrían recorrer las calles de Disneylandia en fin de semana que una cosmopolita Nueva York en el día del orgullo gay. Una reducción al absurdo, perfecta, del punto que ha alcanzado la situación. No se cree pero se festeja, ¿qué se festeja?

Y de fondo, siempre de fondo, las luces de la ciudad, muy a tono con este espíritu de confusión y de falta de identidad, el escaparate perfecto para cualquier empresa de iluminación. Muchos villancicos en el aire, cuantos más sean en inglés mejor; y las felicitaciones que se hagan en árabe o en búlgaro, o lo que es lo mismo, con caracteres ilegibles para cualquier vecino de a pie. Total que más da, España sigue siendo en lo esencial, en lo que atañe a su corazón enfermo, como bien dijo Machado, una nación donde sobrevive el viejo espíritu burlón, que encuentra su cauce de expresión en tanto impresentable como anda suelto. Impresentables de talante impasible ante esa alma quieta, lo que bien puede traducirse en los millones de parados que aspiran a cenar caliente cualquier noche de estas, españoles a los que se les ha quitado el credo y la esperanza.