NO SÉ SI se han dado cuenta, pero cuando tienes algún conflicto con alguien y estás discutiéndolo hay veces que ellos mismos, los otros, ya se contestan solitos por sí mismos. En todos los enfrentamientos de pareceres, en cualquier asunto que interese resolver con la posición encontrada de dos partes, habrá que contar primero con la posibilidad de imponer o esquivar, pero si este no fuera el caso habrá que llegar a un acuerdo bien de lógica y razones o bien de intereses y necesidades, en la mayoría de las ocasiones de ambas cosas bañadas de pragmatismo.

Lo que no puede uno es contestarse solo. El Consejo de Ministros marroquí adoptó una resolución tras el pleno del Congreso de los Diputados español, en el que se acordó denunciar al país vecino por las violaciones de los derechos humanos y por su negativa a la entrada de periodistas tras el desalojo del campamento Gdim Izik y los altercados en El Aaiún.

El Gobierno marroquí anunció que, tras los últimos acontecimientos acaecidos en torno al conflicto sobre el Sahara, deben replantearse "el conjunto de las relaciones entre España y Marruecos en todos los ámbitos".

La decisión ha sido adoptada por el consejo de ministros marroquí después de la "resolución del Parlamento español, que se caracteriza por su hostilidad respecto a Marruecos y contiene párrafos y expresiones antimarroquíes que no pueden ser aceptados", según afirmó el ministro de Comunicación y portavoz del Ejecutivo, Jalid Naciri.

La declaración ya ha tenido respuesta del PP, que la ha calificado de "gesto excesivo y desproporcionado" por parte de Rabat. Por su parte, el presidente del Senado, Javier Rojo, ha apelado a "la moderación, la responsabilidad y la inteligencia" para "reconducir" las relaciones con Marruecos.

Rabat considera que, con su declaración, el Congreso de los Diputados de España "se solidariza con los adversarios del Reino, ya que se queda muda respecto a la posición de Argelia, aunque este país tiene la responsabilidad principal en la viva tensión que padece la región", añadió Naciri.

Bajo mi punto de vista, tanto a Canarias como a España nos encantaría tener una relación con Marruecos buena y beneficiosa para todas las partes. De aprecio y respeto profundo. Sus gentes, en general, tienen todas las virtudes de estar creciendo en todos los parámetros del entendimiento y la razón. Porque sabemos que este país representa una meritoria vanguardia de cultura, desarrollo y avance en el Magreb y en todo el mundo árabe. Ojalá pudiéramos ser lo más amigos y colaboradores posibles.

En Canarias, por ejemplo, tenemos una cultura muy diferenciada con una historia en algunas raíces compartidas, pero de diferente dirección, con otra diferente religión, con otra economía y con otra sociedad.

Amigos, pero desde la diferencia tenemos que decir lo que vemos por nuestros propios ojos. Es una ley universal que en los países democráticos no se puede evadir el que cada uno diga lo que vea, lo que piensa, lo que ve. Ya sabemos que a raíz de los incidentes en el campamento a las afueras de El Aaiún hay fuentes del Polisario que hablan de cuatrocientos muertos saharauis y de miles de desaparecidos. Estamos dispuestos a no creernos esos datos, esos números, esas versiones, incluso queremos no creernos lo de la represión. La cuestión es que se ha impuesto una total opacidad informativa.

A la prensa española y canaria se la acusa de manipulación y de caer en las tesis saharauis, pero es que encima se le niega ver lo que está pasando en un cerrojazo informativo que ofrece muy pocos argumentos a unos periodistas y opinión pública cada una de su padre y de su madre y que en hipotético caso de estar sesgados sin razones vamos a controlar y a enfrentar, porque de eso se trata este trabajo.

Siempre, cuando se cierra el grifo de la información, ya de partida hay algo sospechoso. Si sucede en las mismas narices no nos vamos a callar y a mirar hacia otro lado. Yo por lo menos no puedo. Cuando se mete leña y se escurre el bulto, cuando se tapa el agujero, se confirman las sospechas y si encima puede entenderse que lo mejor es contestarse a uno mismo, pues ya tenemos el lío del autista.

Hay bastantes artilugios informáticos que pueden contestar; el ordenador sólo necesita una cosa del usuario para entregar una respuesta satisfactoria, y es información correcta.

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