Para describir la experiencia que se vivió el pasado fin de semana en San Juan de la Rambla el alcalde del municipio, Manuel Reyes, sólo pudo pronunciar una palabra, "angustia". La ubicación de esta localidad en la Isla hace que todos los fenómenos adversos que llegan a Canarias tengan una especial incidencia negativa en él. Las lluvias del pasado invierno causaron grandes estragos en todo el Norte, pero se hicieron notar más en San Juan de la Rambla, donde los dos "puentes que tenemos se saturaron y ya no evacuaban el agua. Se nos inundaba el pueblo y no podíamos hacer nada", explicó Manuel Reyes, quien habló de la situación de un municipio que cada año se ve sólo ante una situación de riesgo importante. Por fortuna, el alcalde cuenta con la buena disposición de todos los vecinos de la localidad y de los servicios de seguridad y emergencia municipales. "Antes de que comenzara el viento ya tenía en el ayuntamiento a casi cuarenta vecinos preparados para lo que hiciera falta, porque saben lo que puede ocurrir en San Juan de la Rambla y que nadie nos viene a ayudar porque estamos incomunicados. La Policía Local llegó a pasar más de dos días sin dormir para intentar devolver la normalidad", explicó Manuel Reyes, quien hizo especial referencia a los habitantes del barrio de Las Rozas, que se vio incomunicado, "nadie podía entrar ni salir", por los desperfectos en la carretera. Este municipio ha perdido todos sus cultivos, debe pedir el grupo electrógeno de la panadería para que el centro de mayores tenga luz y algunos niños continúan sin ir a clase, pero los recursos para que los efectos de este tipo de fenómenos no sean tan negativos en San Juan de la Rambla continúan siendo muy limitados, pese a ser un "objetivo principal" de lluvias, vientos e incendios.