MIGUEL Zerolo se ha decidido por no presentar su candidatura a repetir en la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife, cuestión que, para los santacruceros, ha estado en dudas y sigue estando hasta que se celebren las próximas elecciones municipales, porque Zerolo no ha asegurado de forma contundente que no se presentará a la reelección, la cual, muy probablemente, puede conseguir, porque 16 años en el poder dan ventaja, aunque no haya sido un mandato brillante como quien le antecede en la ocupación del cargo, que es Manuel Hermoso Rojas, a quien admiro y con cuya amistad me honro.

Sería un atrevimiento por mi parte emitir un juicio comparativo de la gestión de ambos alcaldes. Fueron muy distintas las condiciones en que ocuparon ese complejo puesto uno y otro. Manuel Hermoso tuvo que reconstruir, por así decirlo, desde casi sus cimientos, un organismo que estrenaba democracia, pero su formación, su prudencia, su seriedad, el ejemplo de sus padres, a quienes conocí y aprecié, su competencia y su pacífico y cordial carácter, unido a su indudable inteligencia, lo hicieron salir airoso y ganar más simpatías que críticas negativas a su gestión. Manuel Hermoso, en aquellas circunstancias, no normales del todo, fue un alcalde muy apreciado, dejó buenos recuerdos y sus méritos lo llevaron más tarde a la presidencia del Gobierno de Canarias, donde también llevó a cabo una ejemplar gestión.

Lo de Miguel Zerolo fue distinto. Era joven cuando ascendió a la Alcaldía de Santa Cruz, y la falta de madurez y los impulsos juveniles no son buenos consejeros para desempeñar una gestión municipal realmente compleja porque el Ayuntamiento de Santa Cruz ni cuando el régimen dictatorial fue fácil de gobernar. Zerolo, con un abuelo que fue un buen y muy querido alcalde, que conocí en sus tiempos, y con un padre que es un competente abogado, buen compañero de tareas universitarias, aunque en distinta facultad y a quien admiro y aprecio mucho, llevó el entusiasmo juvenil a celebraciones festeras de la ciudad, como los Carnavales, Fiesta de Mayo y otras, que le hicieron ganar las simpatías del pueblo.

Estas fueron las luces de su gestión, pero en el capítulo del desarrollo de la vida interna del Ayuntamiento aparecieron las sombras que han enturbiado su quehacer. Sus particulares y negativas relaciones con el edil Ángel Llanos, candidato a la Alcaldía por el PP, han sido sonadas y dado lugar a continuas críticas. Sus pactos con el PP y distintas y contradictorias decisiones perjudiciales para sus rivales políticos también son negras manchas en su currículum, unidas a pequeños o regulares escándalos, como el de las "facturas". Sin embargo, entre lo bueno, podríamos destacar las medidas de emergencia social, que Zerolo no dudó en poner en práctica en favor de los necesitados.

Dejando aparte los abandonos en la conservación de edificios e iniciativas para el embellecimiento y corrección de faltas, orden y otros factores como los inexplicables y lamentables casos de la playa de Las Teresitas y del Parque Marítimo, donde los juzgados han intervenido y retrasado las soluciones, no podemos decir que Miguel Zerolo haya sido un mal alcalde. Opino que ha hecho lo que ha podido y ha sabido y suman más las luces que las sombras en su gestión. Si se va voluntariamente, deseamos que le vaya bien en su actividad no política a no ser que, por la vía parlamentaria que también es diputado, continúe en estos trotes y, en ese caso, también le deseamos suerte.