LAMENTA la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Tenerife que el Plan General de Ordenación de Santa Cruz se paralice en plena crisis. De nuevo, más retrasos al progreso, añadimos nosotros. Entre los que se oponen a todo y los tres escarabajos por los que se pretende paralizar una obra tan importante como es el puerto de Granadilla, está visto que no tenemos otro futuro diferente al hambre y la miseria. Dentro de poco ya no se podrá ni espantar a un grillo que no nos deja dormir. Y decimos sólo espantar, porque si se nos ocurre matarlo, nos detienen y encarcelan previa denuncia del denunciador oficial.

Cada día estamos más convencidos de que vivimos en un país de opereta. Un país (y nos referimos al país canario, no a la nación que nos coloniza de forma infame y agrava, de esa forma, nuestras penurias y el hambre de muchas familias canarias) que, aun siendo bueno, tiene ecologistas falsos que se oponen de antemano, y sin posibilidad alguna de debate, a cualquier proyecto que redunde en beneficio de la población. Por si fuera poco, denuncian por delitos inexistentes a personas y medios sin más "culpa" que defender a Tenerife y a Canarias. De esas personas podemos decir que constituyen una auténtica mafia que se refugia, mayoritariamente, en la Universidad de La Laguna, para desgracia de esta institución tinerfeña y canaria. Y aquí hacemos un inciso para destacar que la gran Universidad de Canarias siempre ha sido y siempre lo será la Universidad de La Laguna, a pesar de que en un aciago momento de su fructífera historia fue dividida por la envidia de los dirigentes políticos canariones, ayudados por un puñado de traidores políticos tinerfeños. Felones políticos cuyos nombres quedarán inscritos para siempre en el rol de los indeseables. Pero eso ocurrió hace 25 años. Son esos falsos ecologistas a los que nos referimos los que mancillan ahora la Universidad más antigua de Canarias; podemos afirmar que han tomado La Laguna como madriguera para cometer sus abusos.

Decimos abusos porque es un auténtico crimen cercenar la posibilidad de crear puestos de trabajo mientras muchos canarios pasan hambre. ¿Y qué hacen entre tanto nuestros políticos, por igual los que militan en los partidos estatalistas como los que se hacen llamar nacionalistas? Mirar para otra parte y llenarse los bolsillos. Condescender con los que se oponen al progreso de Tenerife, con los que intentan imponer su hegemonía desde una isla que no es la primera ni la segunda, sino la tercera y hasta con los españoles que nos mantienen sojuzgados mediante una tan infame como anacrónica situación colonial. ¿Cuándo vamos a encerrar a todos estos dementes políticos en un sanatorio mental? Porque entre todos traen a esta colonia de mal traer y pasando hambre.

Por eso, porque nos duele Tenerife y nos duele Canarias, porque no queremos que la principal isla siga sometida a las ínfulas hegemónicas de la tercera ni que todas las demás, junto con estas dos, estén a las órdenes del Gobierno de España (que es un Gobierno digno como institución siempre que gobierne para los españoles, no para los canarios que en modo alguno son españoles, aunque Zapatero no es un gobernante políticamente digno de estar al frente de ningún país). La única solución, lo repetimos un día más y no nos cansaremos de repetirlo, es la independencia.

Volviendo al tema con el que iniciábamos este comentario, señala Ángeles Palmero, vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Tenerife, que es necesario quitarle color político al debate sobre el Plan General de Ordenación de Santa Cruz. Lo que hay que quitarle a la política canaria es el color españolista. ¿Cómo es posible que estas Islas, estando situadas a 1.400 kilómetros de las costas españolas, a 2.000 de su capital y, por si fuera poco lo anterior, en otro continente, se sigan rigiendo mayoritariamente por leyes españolas pensadas para un territorio continental? Por eso les resulta tan fácil a los falsos ecologistas, y también a algún que otro político fracasado al que no vamos a citar hoy, impedir el progreso de una isla y de todo un Archipiélago; y por eso, lo cual es peor, les resulta tan fácil a los españoles seguir sometiéndonos, saqueándonos y hasta riéndose de nosotros de la forma en que lo hacen.