EL ACUERDO firmado por los portavoces parlamentarios del PSOE y CC el pasado lunes, después de que lo sacaran de su última hornada Zapatero y Rivero en La Moncloa, supone un avance de calado en la resolución de demandas históricas de Canarias ante el Estado y ante Europa.

Podrán discutir algunos si es más o menos profundo, o más o menos detallado, de lo que cabría esperar. Pero lo que es indudable es que es un avance real, concreto y por escrito, que viene a desencallar contenciosos históricos y aumenta la capacidad de los canarios para afrontar nuestros propios problemas. Lo que agranda la responsabilidad que podamos tener en el futuro en temas espinosos, indefinidamente bloqueados bajo las batutas ministeriales actuales y la indiferencia de las instituciones canarias, como pueden ser las prospecciones petrolíferas o un nuevo modelo aeroportuario que efectivamente nos convierta en ese gran "hub" atlántico.

Los acuerdos han sido muy claros en materia de las aguas canarias, en cuestión de tasas aéreas, en concreación de inversiones o en el desbloqueo del nuevo Estatuto de Autonomía; y más difusos en la definición apresurada de la reforma del futuro REF, en parte porque ni siquiera a las organizaciones sociales más interesadas (sindicatos y patronales) les ha preocupado hasta ahora concretar nada y se ha perdido un año en blanco. Nadie puede sentirse muy orgulloso ni puede reclamar muy alto, porque nadie ha puesto tiempo y cabeza suficiente en repensar y negociar este puzle tan complejo como esencial para el futuro de Canarias.

Por todo ello, resulta absolutamente inexplicable que la plana mayor del PP, con Rajoy a la cabeza, se haya dedicado el fin de semana pasado a descalificar el acuerdo PSOE-CC, cuando ni siquiera se había concretado en sus últimos extremos, sin conocerlo, y con el único argumento de que mantiene a Zapatero en La Moncloa en el momento más dulce para las expectativas electorales del PP. Ni siquiera se habían molestado en plantear otras alternativas de acción imprescindibles para Canarias. "Como Zapatero no cae, CC es perversa", era el mensaje.

A partir de ahí, aún sin saberlo quizá, le dieron la cobertura a José Manuel Soria para que se lanzara a las frías aguas de la piscina en que nada toda oposición, en una operación de incierto resultado para cualquiera de las partes.

Coalición Canaria ha ido consiguiendo paso a paso, salto a salto, la configuracción de un traje más a la medida de un territorio archipielágico y ultraperiférico; entre otras razones por la miopía histórica de unos partidos estatales que, casi siempre, solo aflojan el sedal cuando no tienen otro remedio.

Es más, desaprovechar esta oportunidad, ni hubiera provocado elecciones anticipadas (después del acuerdo con el PNV bastaba con la abtención de un votante más) ni hubiera traído a Canarias o a España ninguna ventaja añadida. Demonizar a CC compartiendo con ella la mesa del Gobierno de Canarias resulta y resultaba increíble en los variados sentidos de la palabra.

Más allá de la composición del futuro gobierno, resta ahora gestionar esos acuerdos. Y ahí sí que los tres grandes partidos canarios son fundamentales. Como se demostró con el paralizado Estatuto, cuando uno de ellos se descuelga es capaz de hacer mucho daño a los procesos en marcha. Y a siete meses de las urnas, la tentación de hacer primar los intereses electorales sobre los canarios es muy fuerte.

Estando las arcas estatales vacías, el pacto se ha gestado más sobre contenidos políticos que económicos; porque es de ilusos pensar que se puede sacar de donde no hay. Además, no hay que olvidar que los Presupuestos no son obligaciones de gasto, como algunos piensan, sino el dibujo de su techo máximo. Valorar las previsiones de gasto y no el cierre de cuentas de cada ejercicio es el error más repetido por los analistas y por la clase política.

Pero el futuro Estatuto, la definición de las aguas canarias y el escasamente definido cambio del REF deben abrir buenas oportunidades para superar el marasmo actual. No se ha recorrido el camino, pero se ha dado un paso importante que no conviene zancadillear. Es una base sobre la que avanzar. El PP debe decidir ahora si se dedica a perfeccionarla o a trabarla.

daniel.cerdan@gmail.com