A SIGFRIDO Marzo Reula y a Josefa Martínez Bastida los conocí en la ciudad de Rayhd (Alemania) en 1970. Con las vueltas de la vida perdí el contacto, pero Sigfrido, hombre perseverante, a través de la Telefónica, logró localizarme el 6 de enero de 2009. Al mes ya estaban en Tenerife, y continuamos la conversación, después de 39 años, donde la habíamos dejado en el aeropuerto de Barcelona. Quedaron entusiasmados de nuestra Isla.

Con motivo de sus bodas de oro matrimoniales, celebradas el pasado 18 de julio, me gustaría saber:

-En realidad, ¿cómo os conocisteis y cómo fue vuestro noviazgo?

-A través del balcón de nuestras casas, pues vivíamos frente por frente; era un verano muy caluroso, yo estudiaba acordeón en la habitación que daba justo a la calle, y Pepita cosía con su hermana Juanita frente a mi balcón con las puertas abiertas por el calor. Ella tenía unos 14 años, y por lo visto ya se fijaba en mí. Yo tenía 19 años, y entonces mis intereses eran mi trabajo y la música. Pero, como la "niña" era muy insistente, al final terminé por fijarme en ella, hasta que después de varios encuentros, nos hicimos novios. Tuve que pedirles oficialmente la mano a sus padres; entonces era así.

Fuimos novios cuatro felices años, que hice compatibles con mis estudios de piano en el conservatorio del Liceo. En otoño, invierno y primavera asistíamos a los conciertos en el Palacio de la Música de Barcelona, que dirigía Eduardo Tolera, gran músico; la entrada nos costaba 3 pesetas a cada uno. También íbamos al cine y nos gustaba visitar museos. En verano, alguna vez, íbamos a la playa, con toda la familia de Pepita, que "no eran pocos".

-¿Alguna anécdota simpática de aquel entonces?

-Hoy puede parecer trasnochado, pero cuando empezamos a salir juntos Pepita dejó de vestir con calcetines. Otra es que al día siguiente de nuestra boda yo partía para Francia sin Pepita, que no tenía pasaporte; trabajaba allí sin papeles, pendiente del permiso de trabajo. Aquello fue muy triste. Pero, a los veinte días, pudo venirse a Francia.

-¿Por qué decidisteis casaros?

-Ante todo, porque nos queríamos mucho. Después, deseábamos ser independientes, formar nuestra propia familia y teníamos la ilusión de ser capaces de salir adelante con nuestro trabajo.

-Pero el amor no basta para mantener una pacífica convivencia de cincuenta años. ¿Cómo lo habéis logrado?

-En aquella época normalmente el matrimonio era para toda la vida. Por regla general, en todos los matrimonios conocidos: padres, familiares, vecinos, amigos... veías que la separación solo la causaba la muerte. El amor apasionado sólo dura unos pocos años, después viene la responsabilidad de ser marido y padre; querer mejorar la situación familiar y que te debes exclusivamente a tu familia. Con el tiempo uno no sabe vivir sin el otro.

-Habéis tenido un hijo estupendo y muy inteligente, Héctor. Le recuerdo de pequeño, hoy padre y licenciado en Informática, lo mismo que su mujer. ¿Qué recuerdos buenos y no tan buenos tenéis de estos 50 años? ¿Por qué Pepi dice que han sido años "increíbles"?

-Por la ilusión que teníamos en todo lo que hacíamos, para conseguir mejoras en la familia y en el patrimonio; y que nuestros padres vieran que valíamos y que éramos capaces. Pepita dice "increíble" por todo lo que hemos vivido que "no es poco "y que estamos aún juntos, a pesar de las crisis domésticas, más o menos como todos los matrimonios, debido a la diferencia de temperamentos que tenemos.

-¿Qué os dicen los nombres, Catalina, Nuria y Joana?

-Catalina es nuestra nuera, una esposa y madre maravillosa, además de una excelente profesional. Nuria y Joana son las nietas, el mejor regalo que nos han podido ofrecer nuestros hijos.

-Para terminar, ahora ¿qué le pedís a la vida?

-Tener la salud suficiente para no ser una carga para nuestros hijos y nietas. Cuando nos toque dejar este mundo, que sea los dos a la vez; y que nadie sufra, porque es ley de vida.

Gracias por vuestro testimonio, sé que no os gusta la vanagloria; pero pienso que no se debe privar a los hijos, a los nietos y a las nuevas generaciones del ejemplo de una vida lograda. Os felicito de corazón y os deseo ¡que sigáis siempre tan felices!

y profesor emérito del CEOFT

fmgszy@terra.es