EN LO QUE respecta a fútbol, y en concreto al CD Tenerife, asistimos a un verdadero naufragio en el océano. No es que no se vayan a cumplir los objetivos de ascenso sino que, siendo lo mejor olvidarnos de semejante proeza, con un miserable chilajito, como sigamos así acabaremos en un huracán de cuidadito. Ya está bien, vamos a ganarle aunque que sea al CD Numancia y a empezar a recuperar la flotación. Quién te ha visto y quién te ve, ya hasta renunciamos de antemano al cuero.

En el culo de la tabla no podemos defender fallos de esquema, táctica o errores puntuales, esto es más grave y los únicos que pueden solucionar el entuerto son los marineros. Aquí nos hemos equivocado muy mucho, todos, pero unos más que otros. Siempre nos queremos consolar con las pequeñas mejorías. En Barcelona hubo durante ratitos cortos bocanadas de esperanza e indicios de ambición. Porca miseriaccia, que es el peyorativo de porca miseria, porque pareció que el equipo quería salir de lo vulgar y pasar a lo coloquial, pero después lo que sucedió es que no podía ni nadar en el mar. ¿Dónde vas, tutti frutti? La defensa, y conste que la defensa empieza desde la delantera, es un coladero independientemente de cualquier otra apreciación. Tienen que acentuarse los liderazgos. Cada marino en cada puesto tiene que apechugar y si no, tiro de otro.

Entre los griegos y los romanos era habitual representar en un cuadro la escena de un naufragio. Cuando en él habían perdido todos sus bienes, se servían del mismo cuadro o pintura para excitar la compasión de aquellos a quienes contaban sus desgracias. Solían colgarse el cuadro del cuello y explicaban sus aventuras y lo que aquél representaba por medio de canciones que expresaban su miseria. Por lo común, todo aquel que se había salvado de un naufragio, al llegar a la tierra se hacía cortar el cabello. Además, solían colgar sus vestidos húmedos en un templo de Neptuno con otro cuadro a manera de exvoto que representaba el naufragio. Aquellos cuyas desgracias habían sido tantas que no les quedaba ni para procurarse un cuadro, se contentaban con llevar un palo adornado de banderola e iban con él por los pueblos contando su historia.

Pues igual, hagan algo, señores, que nos vamos a pique. La Dirección General de Acción Exterior del Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Lanzarote publicaron una edición donde se recogió en prosa y décimas la historia trágica del "Valbanera" en su definitivo viaje a América y el fatal desenlace en el que fallecieron 488 canarios en la travesía en aguas del Estrecho de Florida, después de haber tocado puerto en las aguas orientales de Santiago de Cuba.

Los autores de este libro son el historiador cubano Mario Luis López Isla y el poeta Raúl Herrera Pérez, quienes han contribuido de forma decidida al estudio de la emigración canaria en América.

La catástrofe que protagonizó motivó después que el barco fuera denominado "buque fantasma" o "vapor de la emigración". "Hoy el "Valbanera" es un símbolo de una época que le tocó vivir a dos pueblos, uno como emigrante y otro como acogedor hermano".

Primero, cuando viajaba hacia Canarias ocurrió a bordo una terrible epidemia de gripe, que se cobró numerosas vidas. Después de parar en Santa Cruz de La Palma con 1.230 personas a bordo, se marchó hacia el desastre. Un ciclón lo alcanzó a la altura de la ciudad de Matanzas con vientos de 104 kilómetros. Intentó refugiarse en la bahía de La Habana, pero le fue negado hacerlo, por lo que el barco campeó el ciclón mar afuera. Entre las escenas de dolor cabe destacar la del padre que desembarcó en Santiago de Cuba y dejó a bordo a su esposa y ocho hijos. Se volvió loco al enterarse de que todos habían muerto.

El libro concluye con la siguiente décima: "Este recuerdo gravita/en los puertos y en las almas/de Tenerife, Las Palmas/y de la isla Bonita./Aquí en La Habana se agita/como invisible bandera/y en la azulina vidriera/del Atlántico al Caribe,/como joya se exhibe/la imagen del Valbanera".

El CD Numancia ha jugado esta temporada tres partidos fuera, los tres perdidos, y es un rival históricamente propicio para los intereses del Tete, que suma cuatro victorias y una sola derrota ante los sorianos en el Heliodoro.

Achiquen agua.