LAS NUMEROSAS personas que, en el número del pasado lunes, han publicado comentarios sobre la persona y la labor del ex presidente del Gobierno de Canarias y del Cabildo Insular de Tenerife Adán Martín Menis, nos han dejado a los demás casi sin nada que contar porque todo lo han relatado ellos. Es, por ejemplo, mi caso después de haberse expresado personas como el actual presidente del Ejecutivo de Canarias, Paulino Rivero; el alcalde de Santa Cruz, Miguel Zerolo; varios políticos que precedieron o no a Adán Martín en el Gobierno, como Fernando Fernández, y otros de diversos partidos, entre ellos el presidente de la Xunta de Galicia y el mismo presidente del Gobierno de la nación, todos los cuales coinciden en destacar las cualidades del fallecido en los campos de la planificación, de la creación, del proyecto en cuanto a las iniciativas y de la meticulosidad en todo lo que creaba.

Adán Martín nunca improvisaba. Su formación como ingeniero lo obligaba a un estudio exhaustivo de todas las labores que emprendía para que nunca hubiera fallos ni sorpresas desagradables. En cuanto a su tesón y a su valentía ante los reveses, incluso personales, como el mal que le condujo a la muerte, jamás pensó en arrojar la toalla y hasta su tránsito al más allá le sobrevino cuando, con esperanzas que nunca perdió, se sometía a una compleja operación médica que él sabía que podría no ser satisfactoria.

En todos queda claro que Adán Martín era un luchador incansable que emprendió muchas empresas y ninguna dejó a medias. Quizás, si se hubiera dedicado al campo privado, habría llegado muy alto en el camino de la fortuna y de la fama. Pero él prefirió dedicarse a trabajar por y para su pueblo, sus islas y por las personas que las pueblan. No pidió nada a cambio. Sólo vivió de su trabajo, más bien modestamente. El bien en su tierra y de los suyos era lo que le preocupaba y así trabajó sabiendo seguramente que estaba próximo el fin de sus días. Pero, repito, por eso no dejó de luchar. Es cierto que la muerte no es el final, como dice la letra de una canción militar que cantan los soldados en las trincheras. Pero aunque los combatientes la entonen para incrementar la esperanza y darse ánimos, lo cierto es que con la muerte no acaba todo. Queda el ejemplo de los que han muerto para que sea imitado por los que siguen viviendo, y eso es lo que ha hecho, al morir, Adán Martín, un ejemplo para todos los canarios. En estos momentos de auténtico dolor que nos causa, no nos queda a los muchos amigos de este hombre que sabía llegar al corazón de todos, más que las oraciones, el recuerdo y hacer constar nuestro más sentido pésame a sus hermanos, el querido y estimado Fernando, a su hermana Asunción y a todos sus familiares.